"No existe una única explicación del fenómeno, se debe a múltiples factores. Sigue existiendo una falta en la aplicación de la justicia, las autoridades no responden, pero también tenemos que investigar por qué la violencia está tan enraizada en la sociedad", explicó Ana Antonia Reyes, directora de investigación de la Procuraduría de Derechos Humanos (PHD) de Guatemala.
En ese país centroamericano el 11 de octubre una turba de gente golpeó y quemó vivo al alcalde de Concepción (sudoeste), Bacilio Juracán Lejá, a quien culpaban de ser responsable de un ataque armado contra Lorenzo Sequec Juracán, activista de derechos humanos y excandidato a la alcaldía de la centroizquierdista Unión Nacional de la Esperanza (UNE).
Sequec quedó gravemente herido al ser tiroteado por un grupo de hombres cuando viajaba en camioneta junto a su familia mientras que su hija y su sobrina murieron en el ataque, informó la prensa guatemalteca.
Las amenazas a Sequec comenzaron cuando se negó a apoyar al alcalde de Concepción en su proceso de segunda reelección en el año 2011, señala en un comunicado la Unidad de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos de Guatemala (UDEFEGUA).
Datos alarmantes
En lo que va de año en Guatemala se han registrado 133 linchamientos, según cifras de la PHD corroboradas por Ana Antonia Reyes.
Datos más alarmantes fueron los de 2013 y 2014, con 337 y 348 casos, respectivamente, teniendo en cuenta que el linchamiento no siempre implica la muerte.
De 2005 a 2014, detalló Reyes, en Guatemala se produjeron 1.602 retenciones de personas bajo amenaza de linchamiento y, de ese total, 342 personas murieron.
La sociedad guatemalteca, señaló Reyes, está acostumbrada a la impunidad y "como no hay castigo para otros delitos, se espera que tampoco lo haya para este".
Las comunidades urbanas y rurales del país justifican esta práctica argumentando que "están cansados de la ausencia de justicia", pero en la mayoría de los casos los linchamientos también se utilizan "para resolver disputas entre familias y castigar a personas que transgreden la norma social, ya sean jóvenes con pelo largo, personas tatuadas, curanderas u homosexuales", manifestó Claudia Samayoa, coordinadora general en la UDEFEGUA, a Sputnik Nóvosti.
Un delito que pocas veces se castiga
En Guatemala el linchamiento está contemplado como delito, pero es difícil enjuiciar a los responsables porque se actúa en multitud, sin embargo, apuntó Reyes, "siempre se puede saber quién llevó la gasolina cuando han quemado viva a una persona o quién encendió el fósforo".
En "muy raras ocasiones" se abren procesos penales en contra de los linchadores, "los casos no llegan a sentencia por ausencias de pruebas", aseguró Claudia Samayoa, quien aclaró que en muchas ocasiones "son las autoridades las que realizan la acción y no personas al azar".
"En algunos casos, la investigación es superficial y tratan de involucrar a líderes locales como responsables del proceso de muchedumbre", observó.
Los linchamientos son solo una de las manifestaciones de la violencia en Guatemala, ya que también "son alarmantes los datos sobre violencia homicida y el uso de armas", observó Reyes en diálogo con esta agencia.
El fenómeno se extiende por toda América Central, que está considerada como una de las subregiones más peligrosas del mundo, con tasas de 33,6 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El Triángulo Norte de América Central (El Salvador, Honduras y Guatemala) está sometido a una ola de corrupción y criminalidad sin precedentes, que ha llevado los índices de homicidios a los primeros lugares mundiales.
Los linchamientos también se producen en otros países de América Latina como Bolivia, Perú, Argentina y Brasil.