Los datos se completan con elevados números de amenazas, 59 casos registrados, y de censura judicial, 77 casos, dando una idea de lo arriesgado que puede ser ejercer la profesión de la información en un país con altas tasas de homicidio y corrupción, además de la presencia de amplias redes de poder paralelo, como el narcotráfico o la llamada milicia, antiguos "escuadrones de la muerte" y que incluye políticos, policías y militares.
Entre los profesionales de la información de Brasil, el caso del reportero televisivo, Tim Lopes, siempre será recordado por la extrema crueldad de su asesinato y sentó un precedente en el país que obligó a los medios de comunicación a asumir la responsabilidad de la seguridad de sus trabajadores.
En la madrugada del 2 de junio de 2002, Lopes fue secuestrado y ejecutado por los traficantes de la favela de Vila Cruzeiro, zona norte de Río de Janeiro, cuando se disponía a realizar un reportaje sobre la explotación sexual de menores durante los bailes "funk" organizados por el narcotráfico, el telediario nacional en el que trabajó durante años dedicó 470 reportajes a explicar la acción de los traficantes en las favelas de la ciudad, un homenaje para que su muerte no fuese en vano.