Dos explosiones se produjeron el pasado 10 de octubre poco antes de comenzar una manifestación sindical en el sudeste del país; los manifestantes protestaban contra la violencia y el conflicto entre Turquía y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Las detonaciones dejaron 99 muertos y más de 500 heridos.
La situación en Turquía se agravó tras el atentado del 20 de julio, cometido por el Estado Islámico en la frontera con Siria, y los asesinatos de policías en las provincias surorientales turcas, de los que el PKK, organización declarada terrorista en Turquía, asumió la responsabilidad.
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El 24 de julio, Turquía comenzó a bombardear las posiciones del PKK en el sudeste de Turquía y en el norte de Irak.