El antiguo primer ministro, Yukio Hatoyama, alcanzó el poder en 2009 con la promesa de cerrar la base en la isla de Okinawa, generadora de un amplio rechazo en la población local, pero un año después dimitía porque Estados Unidos le había impedido cumplir su propósito y reconocía que era imposible.
"Conozco a Hatoyama, es una buena persona. Obama lo machacó cuando quiso bloquear la reubicación de la base. Japón no ha sido el mismo desde entonces. Es una historia muy triste y cruel", asegura por email Kuznick.
La larga batalla entre el Gobierno y la población local contra Tokio para cerrar la base ha tenido esta semana otro capítulo.
El gobernador de la isla, Takeshi Onaga, ha revocado el permiso para la construcción de la nueva base al descubrir "defectos" en las autorizaciones firmadas por su predecesor.
Su decisión llega después de que las obras se reanudaran en Henoko, una remota población costera.
El conflicto nace en el acuerdo de 1996 entre Tokio y Washington para trasladar la base militar desde Futenma, en el centro urbano de la isla, hasta zonas más deshabitadas, para aplacar a los ciudadanos.
Estos han lamentado los ruidos, los problemas de seguridad y las siete violaciones que ha documentado la prensa local.
Pero el traslado también se ha encontrado con la oposición de los residentes de la costa, que piden que se traslade a otra zona de Japón o fuera del país.
"El pueblo de Okinawa está harto de la ocupación de su isla por tropas estadounidenses, que empezó 70 años atrás y nunca ha terminado. Odia el crimen, el ruido, la contaminación, los ataques sexuales y el sentimiento de estar ocupado por un poder extranjero", continúa Kuznick.
El anterior gobernador, Hirozaki Nakaima, había defendido su expulsión de Okinawa pero cambió de opinión cuando en 2013 Tokio prometió una gran inyección de dinero a la región.
Los electores juzgaron el movimiento como una traición y lo echaron del cargo, ocupado desde entonces por Onaga.
"La gente de Okinawa está mostrando que el deseo popular es más fuerte que las armas de Shinzo Abe (primer ministro japonés) y Obama. Están en la vanguardia de la lucha internacional contra el militarismo, así que tenemos que apoyarlos y asegurarnos que ganen", señala el experto.
Es lo que algunos expertos califican del "imperio de las bases": Estados Unidos cuenta con unas 800 en el extranjero, mientras China, su rival geopolítico, no tiene ninguna.
"Estados Unidos debería cerrar Futenma y no intentar moverla a ningún otro lugar de Japón. De hecho, debería cerrar muchas de sus bases en Japón", asegura Kuznick.