Un grupo de 76 militares paraguayos se entrenó durante tres meses en la Escuela de Soldados Profesionales de El Nilo (Cundinamarca), según informes del diario El Espectador de Bogotá. Los militares se entrenaron en guerra irregular y de guerrillas, para adquirir la experiencia del ejército colombiano en su combate contra las FARC.
Los militares paraguayos empezaron a visitar Colombia en 2008 para realizar cursos de inteligencia, pero ya en 2014 fue enviado allí para entrenamientos todo un contingente de efectivos. Esto es parte de una política que el exviceministro de Defensa Jorge Bedoya llamó “exportar seguridad”.
A los viajes de militares paraguayos a Colombia se sumó la visita de 16 instructores de Estados Unidos en el mes de junio, pertenecientes al Grupo de Fuerzas Especiales (Airborne) de la Guardia Nacional de Carolina del Norte, con equipos, armas y municiones, para el Entrenamiento de Intercambio Conjunto Combinado (JCET), del 1 al 30 de junio de 2015.
Según el gobierno guaraní, el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), con cerca de cien integrantes, tendría conexiones con las FARC y actúa en las regiones de Concepción y San Pedro, donde se ubican los mayores cultivos de marihuana y las rutas de tránsito de coca desde Bolivia hacia Brasil. La acción más famosa del EPP fue el secuestro y posterior asesinato de Cecilia Cubas, hija del ex presidente Raúl Cubas, en 2005.
Lo grave, para Irala, es la modificación de la ley que permitió la participación de las Fuerzas Armadas en la seguridad interna, antes terreno exclusivo de las fuerzas policiales. “Es una militarización de tres departamentos, y se produce una disfuncionalidad entre las instituciones, porque la ley no se ajusta al mandato de la Constitucion, que divide a las fuerzas del orden en dos: los militares, para defender la soberanía, y la policía para los delitos internos”, agregó.
Para Irala, “hay una gran dependencia del paradigma de seguridad establecido por EEUU y en alianza con Colombia, una asesoría constante de EEUU, del Comando Sur, de la Embajada, a las fuerzas de seguridad en Paraguay, tanto militares como policiales, y una suerte de militarización de la seguridad interna”.