El peso marcó los 17,02 en las ventanillas bancarias en sintonía con el retroceso de otras monedas de países emergentes en los mercados internacionales, con la desaceleración de la economía de China y con la devaluación de la moneda del país asiático.
En el mercado al mayoreo interbancario, el peso también marcó un nuevo mínimo histórico de 16,7 pesos por dólar.
La moneda del país latinoamericano ha perdido 11,8 por ciento frente al dólar estadounidense a lo largo de 2005, durante el año ha marcado 16 veces mínimos históricos, y a largo plazo ha retrocedido casi 25 por ciento desde 2012, cuando comenzó el gobierno de Enrique Peña.
Las causas del retroceso indetenible del peso, a pesar de la intervención del Banco Central ofertando unos 2.000 millones de dólares de las reservas internacionales en dos semanas, radican en “una disminución en la demanda de divisas de economías emergentes, al tiempo que se ha incrementado la demanda por activos de refugio”, indican analistas del Banco BASE que pronostican “la locura” cuando el banco central de EEUU aumente sus tasas y atraiga capitales desde varios países.
La institución prevé que “en el corto plazo divisas como el peso reaccionarán negativamente a los bajos precios del petróleo”; y que el tipo de cambio en México alcanzará un "punto de locura" de 17,50 pesos por dólar cuando la Fed suba por fin la tasa de interés, esperada para el 17 de septiembre.
El tipo de cambio interbancario podría romper los 17 pesos por dólar el 4 de septiembre, cuando se publique la “nómina no agrícola” de agosto en EEUU, una guía para los inversionistas sobre el movimiento de la política monetaria de la Fed, dijo este jueves a periodistas Gabriela Siller, directora de Análisis Económico-Financiero de Banco BASE.
La analista dijo en conferencia de prensa que cuando lleguen esos eventos "el tipo de cambio en México tendrá un punto de locura de 17,50 unidades, cuando la Fed suba su tasa en septiembre próximo, luego de mantenerla en mínimos desde diciembre de 2008", tras la crisis financiera que obligó a EEUU a bajar las tasas para reactivar su economía.