Tal y como destacó Rudenko, "da la impresión de que Kiev va preparando una provocación armada en el sureste de Ucrania, como ya hizo en agosto del año pasado" y “las consecuencias de estas acciones podrán ser impredecibles”.
“Las unidades voluntarias también volvieron” a la zona, lamentó.
A juicio del embajador, la falta de voluntad de Kiev de aplicar los acuerdos de Minsk podría frustrar los esfuerzos para alcanzar una solución pacífica y Ucrania es responsable por el hecho de que no se hayan firmado los acuerdos alcanzados entre el 3 y 4 de agosto sobre la desmilitarización de Shirókino.
Al hablar sobre el aspecto político de los acuerdos de Minsk, el diplomático ruso manifestó que “las autoridades ucranianas no solo no acordaron las propuestas de cambios en la Constitución con los representantes de Donetsk y Lugansk, sino que también ocultaron tras formulaciones jurídicas complicadas la falta de deseo de llevar a cabo la descentralización del poder y conceder a las regiones de Donetsk y Lugansk un estatus especial”.
Kiev lanzó una operación militar en abril de 2014 en las provincias de Donetsk y Lugansk para ahogar los focos de indignación por el cambio de poder violento en el país en febrero de ese mismo año.
En un esfuerzo por poner fin al conflicto en el este de Ucrania, el Grupo de Contacto Trilateral (OSCE, Rusia y Ucrania) reunido el 12 de febrero en Minsk firmó un acuerdo que prevé, entre otros puntos, el alto el fuego en Donbás, la retirada de armamento pesado, el canje de prisioneros y la reforma constitucional en Ucrania antes de que termine el año.