Después de inaugurar más de 2.000 casas de protección oficial en Sao Luis do Maranhao, al norte de Brasil, Rousseff ha pedido que las personas piensen primero en Brasil y después en sus partidos y proyectos personales, porque se necesita estabilidad para hacer "la travesía" –así es como se refiere a la crisis económica que afecta al país.
"Es como en una familia. En una dificultad no sirve de nada pelearse unos con otros. Hay que tomar medidas. Nadie piensa que Brasil debe aceptar la teoría de los que piensan así: "A mí no me gusta el Gobierno, así que voy a debilitarlo". Cuanto peor, ¿mejor? ¿Mejor para quién?", se ha preguntado.
Por el momento, los economistas consultados por el Banco Central prevén que la economía se contraiga este año un 1,97%, diecisiete décimas más que hace una semana: el pesimismo aumenta en el mercado financiero, pero también entre los ciudadanos, que han convertido a Rousseff en la presidenta más impopular de la democracia.
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A pocos días de las manifestaciones que este domingo recorrerán las principales ciudades de Brasil pidiendo moción de censura contra Rousseff, el 71% de los brasileños cree que su administración es "mala o pésima", algo que no se veía desde la desaprobación al expresidente Fernando Collor de Melo, que finalmente sufrió un "impeachment" y tuvo que dejar la presidencia.