La situación actual en Turquía es extremadamente delicada, cita el rotativo a la subdirectora del Instituto Ruso de Estudios Estratégicos, Anna Glázova.
"Turquía tiene todas las de convertirse en un nuevo punto caliente de Oriente Próximo", opina la experta.
Al abrir dos frentes de guerra –contra el Estado Islámico y contra los kurdos iraquíes–, Ankara también ha convertido en enemigos férreos a los kurdos en territorio nacional, según Glázova.
Esto se debe a que probablemente el presidente Erdogan vea como una amenaza mayor a los kurdos que al Estado Islámico, señala.
Además, un cuarto enemigo podrían ser para Turquía las fuerzas del presidente sirio Bashar Asad.
"La escalada de las tensiones es extremadamente peligrosa, pero podría utilizarse por el Gobierno turco para lograr sus objetivos políticos dentro del país, como impedir una coalición y convocar elecciones anticipadas", resume la experta.
El pasado viernes, el Ejército turco comenzó una operación militar contra el grupo Estado Islámico (EI) en el norte de Siria y contra el PKK en el norte de Irak, usando cazas F-16, carros de combate y artillería.
La operación fue lanzada tras el ataque de Suruc, cerca de la frontera con Siria, y los asesinatos de policías en el sureste del país de los que se responsabilizó el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).