La crisis "todavía no ha generado una carestía de alimentos, pánico bancario (pues sus bancos están ligados a la Reserva Federal) ni severos cortes de servicios", dijo Morales.
Pero la deuda de más de 72.000 millones de dólares, que el gobierno declaró "impagable" el mes pasado, "ha exacerbado la emigración y las desigualdades económicas de quienes han permanecido en la isla", añadió Morales, autor de varios libros y profesor del Centro para el Estudio Étnico y Racial de la Universidad de Columbia.
En cierta manera es como si Estados Unidos no se hubiera recuperado aún de la recesión de 2008, al menos en lo que respecta al territorio puertorriqueño, razonó Morales.
Así, "la gente está perdiendo sus empleos, sus familias y sus viviendas, y aunque se están haciendo algunos esfuerzos para crear nuevos negocios, solo están encaminados a servir al bienestar de los turistas", opinó.
Además, Morales prevé "una severa crisis sanitaria, porque entre el 40% y el 50% de los puertorriqueños dependen de los subsidios de Medicare y Medicaid (servicios de salud pública estadounidense), a los que se ha propuesto un recorte de 150 millones de dólares", indicó.
Y están en "la incertidumbre" los fondos de la reforma de salud que impulsó el presidente Barack Obama para después de 2018, observó.
La crisis sanitaria se traducirá en "un incremento de los precios del copago, y en más médicos abandonando la isla", dijo.
El país afronta simultáneamente una persistente sequía que ha determinado el racionamiento del servicio de agua, "fruto del cambio climático y con severos problemas de infraestructuras", añadió.
Por último, "muchos servicios que proporciona el gobierno y muchos empleos públicos sufrirán recortes como consecuencia de los términos pactados en un posible acuerdo de reestructuración de la deuda", agregó Morales.
El Estado es el mayor empleador de Puerto Rico. Las autoridades iniciaron este lunes una ronda de reuniones con los acreedores privados para negociar una reestructuración de la deuda.