Mito
Más allá de la afrenta por la fuga de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo –sentimiento que comparte ahora con Vicente Fox, en cuyo sexenio tuvo lugar la primera de las fugas del capo sinaloense, y con Felipe Calderón, que no logró su recaptura a pesar de la torpe guerra que le declaró a los cárteles de la droga–; más allá del previsible cuestionamiento por parte de los Estados Unidos, que nuevamente deberá incluir al Chapo en su lista de criminales más buscados; más allá de los empeños inmediatos por la pronta captura del fugitivo, lo que debe preocupar a futuro al presidente Enrique Peña Nieto es la desconcertante evidencia de que en la guerra contra el narcotráfico el estado mexicano carece de un significativo respaldo social y que la mitificación de los capos de las drogas es un problema tan grande como el combate al negocio que los ha vuelto multimillonarios.
El 'Mochaorejas' es sin dudas un sicópata; el Chapo, en cambio, y a pesar de las muchas muertes que deben pesar sobre su conciencia, alguien a quien se percibe socialmente como un hombre que desafía con éxito a un sistema que lo sojuzga y no como el criminal que representa un peligro para esa misma sociedad que hoy se regocija al ver humillada a la autoridad que lo encarceló.
Según refiere el antropólogo Claude Lévi-Strauss en la conformación de un mito coinciden tres rasgos: una pregunta existencial, contrarios presuntamente irreconciliables y la reconciliación de estos para poner fin a la angustia que genera el dilema. En la figura de Joaquín Guzmán Loera –héroe o villano, empresario o delincuente– epítome de cómo enfrentar el problema del narcotráfico –despenalización de las drogas, penalización de los capos–, convergen esos atributos que dan origen a los mitos.
De ahí tantos narcocorridos (tradición oral) que festejan su vida y la de otros capos de la droga en México; de ahí el verdadero peligro que representa su fuga, más allá del efecto inmediato en la reestructuración de los carteles, más allá incluso de su eventual recaptura. Porque un hombre puede ser confinado a una celda o muerto por una bala si nombre, pero los mitos, y las huellas que dejan, trascienden épocas y circunstancias.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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