Después de que el primer ministro griego, Alexis Tsipras, convocara para el 5 de julio un referéndum sobre el acuerdo con los acreedores, en muchas regiones se formaron colas delante los cajeros automáticos.
Los griegos intentan sacar todo el dinero que pueden, subraya el diario.
"Es evidente que el pánico es lo peor que puede sufrir el país en ese momento crítico; la lucha consiste ahora en si los bancos podrán abrir el lunes y los días después del referéndum", subraya Imerisia.
El periódico insiste en que es imprescindible evitar el colapso de la banca que provocaría la quiebra del país.
"La liquidez del sistema financiero es clave actualmente", destaca.
Según los datos del rotativo, en los últimos meses 45.000 millones de euros fueron retirados desde las cuentas bancarias griegas.
Grecia está llevando a cabo negociaciones con sus acreedores para reestructurar una deuda de más de 240.000 millones de euros, el monto de los dos rescates que necesitó el país para evitar el impago técnico en 2010 y 2012.
Si antes del 30 de junio las partes no logran acercar sus posturas y concertar un acuerdo, Grecia podría entrar en suspensión de pagos por no abonar el crédito de 1.600 millones de euros que tiene que pagar el martes al FMI.
En 2010, a raíz de la crisis de la deuda, Atenas tuvo que solicitar ayuda extranjera.
Al cabo de dos años Grecia firmó un acuerdo con la Troika de acreedores –el Banco Central Europeo, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI)– que le otorgó créditos a cambio de varias exigencias, entre ellas, llevar a cabo reformas estructurales y privatizar los activos estatales por unos 50.000 millones de euros hasta finales de 2015.
Tras ser elegido del primer minsitro, Tsipras prometió poner fin a la política de austeridad impuesta por el Gobierno alemán, al que responsabiliza de la crisis que vive Grecia, y abrir un nuevo capítulo en las relaciones entre Atenas y sus socios europeos.