El 23 de junio, la Policía de Ereván realizó un intento de dispersar la manifestación durante el cual fueron usados cañones de agua.
Como consecuencia, varias personas resultaron heridas. Y más de 230 quedaron detenidos, pero fueron liberadas horas más tarde.
En las jornadas posteriores, la tensión se rebajó y las fuerzas del orden prometieron no emplear más la fuerza contra los manifestantes.
"La Policía considera que hay que negociar antes que emplear la fuerza", dijo el vicejefe de la Policía de la capital armenia, Valeri Osipyan.
Al mismo tiempo, señaló que si la investigación de los hechos demuestra que la Policía abusó de poder, los responsables serán castigados.
Los activistas armenios han indicado en más de una ocasión que la protesta no tiene índole política y no hay ningún grupo parlamentario u organización que les esté liderando. Los manifestantes únicamente exigen una bajada de los precios de la energía eléctrica.
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Esta opinión expresan también muchos expertos. Así, el director del Instituto del Cáucaso, Alexandr Iskandaryán, explicó la víspera que el descontento de los manifestantes armenios no está relacionado con la geopolítica sino que tiene sus raíces en la situación económica interna.
Enfatizó que las protestas no están dirigidas contra Rusia, como tratan de especular algunos medios, a pesar de que la compañía eléctrica de Armenia es una filial de la rusa Inter RAO.