"Permítanme decir que uno de los capítulos más vergonzosos de la historia americana es la incapacidad de suministrar armas a los ucranianos para que se puedan defender cuando Vladímir Putin desmiembra su país", dijo McCain al intervenir en el programa de radio The Cats Roundtable.
La retórica del senador McCain contra Rusia no es novedad alguna. Políticos y estadistas ucranianos y occidentales en reiteradas ocasiones acusaron a Rusia de injerencia en los asuntos internos de Ucrania, mientras Moscú en tantas más ocasiones aseveró que no es parte del conflicto interno ucraniano, que su interés está en que Ucrania supere cuanto antes la crisis económica y política que afronta, que nada tiene que ver con los sucesos en Ucrania del Este y que no suministra armamentos ni municiones a las milicias.
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Sería curioso saber en qué lugar en esa lista de la vergüenza sitúa el senador McCain el genocidio de la población indígena de América, o la esclavitud y discriminación racial de los afroamericanos.
Claro está que poco sentido tiene preguntar por las tantas invasiones directas y golpes militares que su país perpetró directa o indirectamente en esa otra América que él parece ignorar.
Para qué pedir su opinión sobre la guerra en Vietnam, de la que es veterano, y, en particular, del empleo masivo de sustancias como el Agent Orange, cuyas secuelas continúan sintiéndose hasta el día de hoy.
O qué le parece el bombardeo atómico de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, ciudades que no tenían valor militar alguno y que fueron arrasadas cuando el desenlace de la guerra ya estaba decidido.
¿Qué valoración le merecen las guerras más recientes, en Afganistán e Irak, la "primavera árabe" y las consecuencias de esas guerras y "primaveras" que engendraron el monstruo del Estado Islámico?.
Preguntas y más preguntas. Para muchos, interminables.