Sin embargo, en México todavía hay veteranos de aquella escuadra de pilotos que viven para contarla. Su camino de lucha, la importancia de la victoria, y sus puntos de vista sobre el heroísmo de las tropas soviéticas son narradas en una entrevista con RIA Novosti por el veterano del escuadrón aéreo mexicano Fernando Nava.
¿Señor Nava, cómo entró en la guerra?
¿Usted participó directamente en los combates?
Yo estaba en el ejército en 1945, y participé en varias batallas en Filipinas contra los japoneses. En ese momento (mayo de 1945) Alemania casi se había rendido, tuvimos que acabar de vencer a Japón, y ellos no querían rendirse, preferían morir antes que ser tomados prisioneros.
¿Qué piensa usted acerca de la contribución de Rusia en la victoria sobre el fascismo?
Admiro al pueblo ruso por el valor que tenía, por la forma en que luchó y se defendió de los alemanes, sobre todo en las condiciones de aquellos terribles inviernos y heladas. Yo estaba muy motivado con el comportamiento heroico de la Unión Soviética y su gente cuando tomé la decisión de ir a la guerra.
El Ejército alemán casi se congeló cerca de Moscú y supe cómo luchó el heroico Ejército soviético, que a menudo, al comienzo de la guerra, para 6 o 7 personas sólo tenía un rifle; y cuando un combatiente era muerto, otro tomaba su arma. A pesar de todo esto, de la devastación, del hambre, su país se ha desarrollado después de la guerra, y ahora mismo Moscú es una magnífica ciudad.
¿Quienes formaban su escuadrón?

Eran 32 pilotos, el resto eran mecánicos, operadores de radio, médicos, cocineros, entre todos éramos 290 personas. Apoyábamos a los estadounidenses durante sus acciones de combate en el área de Japón y Filipinas, atacábamos a las zonas fortificadas para que la infantería pudiera pasar. Tenemos una carta de un general estadounidense de la época, que dice que nuestras acciones militares lograron abatir a un número significativo de tropas enemigas, y sí pudimos salvar así muchas vidas de soldados estadounidenses. A pesar de que estábamos en guerra juntos con los estadounidenses, el sistema de mando era separado.
¿Qué le diría a las generaciones actuales acerca de la guerra?
Hay que recordar a los que murieron, que pagaron con sus vidas por la libertad que tenemos hoy en día, tanto en Rusia como en México, en todo el mundo. Esperamos que no haya una nueva guerra. Todos tenemos que estar unidos y trabajar por la paz y el bienestar de toda la humanidad.
¿Cuál fue su experiencia más memorable de la guerra?
La más grave fue la impresión de la muerte de compañeros. Por las mañanas volaron cuatro aviones nuestros en cinco o seis escuadrones. Lo más triste fue ver cuando regresaron, y hemos visto que no faltaban un o dos aviones. Entonces supimos que nuestros compañeros habían muerto.

Cuéntenos sobre el monumento a los pilotos del Escuadrón 201, que ha sido inaugurado en la Ciudad de México, en el Bosque de Chapultepec. ¿Cómo ha surgido?
El monumento fue construido originalmente en el Siglo XIX bajo el emperador Maximiliano, era utilizado para actuaciones musicales. Nos pareció que estaba completamente destruido y se le pidió al Gobierno que pasara a nosotros. Las autoridades estuvieron de acuerdo; pero dijeron que no tenían dinero. Empezamos nuestra propia recaudación de los gastos, y ordenamos las placas de bronce con los nombres de los pilotos muertos. Luego decidimos traer a descansar aquí los restos de dos pilotos de la escuadra, cuyos sitios de entierro fueron descubiertos. En 1999 inauguramos el monumento, y en 2002 trasladamos aquí los restos de los compañeros muertos. Todo se hizo bajo nuestra cuenta, el Estado no nos ofreció ningún apoyo.
¿Y ahora hay algún apoyo?
La Fuerza Aérea está ahora involucrada en nuestras ceremonias; pero sin ayuda financiera. Es cierto que apareció el interés de los funcionarios con el tema, y queremos inaugurar una copia en todos los estados de México del monumento a la bandera mexicana, que sólo ha estado en el campo de batalla fuera de nuestro continente en aquella ocasión. Los 13 estados ya cuentan con este tipo de monumentos. En el resto es poco probable que tendremos tiempo, porque ya tenemos un montón de años, soy el más joven, y tengo 86 años de edad, mis compañeros de 90 a 92. El reloj marcha demasiado rápido.
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