Según se sabe, hasta los años noventa del siglo pasado, la Unión Soviética les oprimía, imponiéndoles su política de paz; alimentándoles con grandes cantidades de dinero que se destinaban como donaciones para el desarrollo de su propia infraestructura industrial, la construcción de gigantes industriales, (como por ejemplo el puerto marítimo de Gdansk o los astilleros Lenin); con la Universidad Estatal en Varsovia; invitando a estudiar gratis en las mejores universidades de nuestro país y pagando becas comparables con los salarios de los jóvenes científicos soviéticos. A cambio de las últimas tecnologías soviéticas y una amistad fraternal recibíamos de la ‘superpotencia’ socialista de Polonia la jalea de grosellas negras, el Festival de la Canción en Sopot y las películas de Andrzej Wajda y Jerzy Kawalerowicz. Tanto las películas como la jalea eran de calidad excelente. Les vestíamos, alimentábamos, enseñábamos, defendíamos y adoctrinábamos poco a poco.
Finalmente, los países semioccidentales de Europa del Este, que aspiraban a una verdadera democracia y libertad, se cansaron de esto.
Con un líder como Lech Walesa (un típico protagonista del ‘sueño americano’, que ascendió del trabajo de obrero de los mencionados astilleros Lenin al de presidente del país y al Premio Nobel de la Paz) el complejo de inferioridad bien pudo convertirse en el de superioridad. Hubo excelentes condiciones para esto: Occidente y EEUU prestaron apoyo al movimiento para la defensa de derechos humanos y Solidaridad —el primer sindicato independiente en el país oprimido- y se instigaron los ánimos antisoviéticos. Había un disgusto constante en la conciencia mezquina, pero orgullosa de los polacos.
Esto no deja en paz al ciudadano de Polonia, su expresidente y nobel de la Paz. A juzgar por todo, este último título le impulsó a exigir que se estableciera una línea de defensa de su país liberado de su pérfido vecino ruso, del cual se puede esperar cualquier cosa. “Polonia debe intervenir contra Rusia”, declaró Walesa, al conceder una entrevista al periódico polaco ‘Rzeczpospolita’. Y en la entrevista al periódico italiano ‘La Stampa' desarrolla su idea de forma creativa: “¿Putin? Hay que pararle. Dadnos misiles nucleares y apuntaremos hacia Moscú. Deben prestarnos una bomba atómica para que podamos demostrar a Putin que si un soldado ruso llega aquí sin la invitación la emplearemos”, agregó el anciano sabio de 70 años, proponiendo de ese modo a la OTAN desplegar una parte de ojivas nucleares en el territorio de Polonia.
Por eso la voz enojada que se pronuncia por la independencia y soberanía de este gran país que sigue siendo semioccidental, acompañada con la exigencia dirigida a la OTAN de poner a la disposición del Premio Nobel de la Paz sistemas de misiles nucleares y bombas atómicas, da miedo y suena con nobleza. Mata varios pájaros de un tiro. Primero: recuerda a la Unión Europea que Polonia es su miembro de pleno derecho. Segundo: los países que se integraron recientemente en la UE arden en deseos de gustar a los viejos Estados, estancados, cansados, porque de ese modo pueden demostrar que son capaces de algo también. Tercero: Rusia se asustará y se declarará culpable de todos los delitos del siglo, incluido el desempleo de Polonia, e invitará a los polacos valientes a gobernar. ¿Qué se le ocurre al Premio Nobel de la Paz con pelo canoso? Hasta ha llegado a otorgar un premio especial de 100.000 dólares a los extremistas más activos del Maidán. Y nadie en la Europa Occidental ilustrada no le ha llamado al orden, todo lo contrario. Así pueden continuar aprovechando las ambiciones de los polacos.
Es curioso que en aquellos tiempos oscuros del Pacto de Varsovia no se le ocurriese a Polonia pedir a la URSS que le facilitase armas nucleares adicionales. ¿Por qué? Porque sabían que estaban bien protegidos con la postura de la URSS que había liberado a Polonia de la peste del nazismo y con un verdadero entendimiento de su soberanía, lo que le daba la posibilidad de participar de forma equitativa en la actividad del Consejo de Ayuda Mutua Económica, consiguiendo y obteniendo la ayuda generosa que tanto necesitaba para restablecer y construir una Polonia nueva y libre con una industria desarrollada.
En cuanto al Consejo de Ayuda Mutua Económica, esta organización no daba instrucciones ni distribuía cuotas de producción de remolacha azucarera, leche o carne, ni tampoco castigaba a los infractores del convenio, como pasó con Letonia, Estonia y Lituania hace poco, cuando sus amigos europeos de la UE les amonestaron e impusieron una multa de 3,182 millones de euros a cada uno por la excesiva sobreproducción, almacenamiento y venta de remolacha azucarera.
Como es difícil presentar reclamaciones a Europa Occidental, la UE y la OTAN por el colapso industrial y económico en el que se encontró Polonia también, es posible entender y explicar la irritación y la frustración de este nobel de la Paz, que exigió la bomba atómica.
Dijo que la necesita para defenderse de Rusia, ¿pero y si se trata de otra dirección geográfica?
Los acontecimientos trágicos en Ucrania reconfiguraron de modo extraño no sólo las relaciones de Rusia, EEUU y Europa Occidental, sino que también retumbaron en el mundo de valores pacíficos, al convertir a palomas —dos nobel de la Paz, el presidente estadounidense Barack Obama y el político polaco Lech Walesa- en azores agresivos que desatan la tercera guerra mundial en nuestro planeta.
Debido a esto, hace varios meses, dirigí al Comité Nobel la solicitud de privar al ciudadano de EEUU, Barack Obama, de su título de Premio Nobel de la Paz. Considero necesario citar mi mensaje aquí:
“Yo, Olga Zinóvieva, siendo ciudadana de un país libre y observando el proceso de democratización forzada en casos como Yugoslavia, Siria, Libia, Afganistán, Venezuela y Ucrania, no tengo el derecho moral de callar, al ser testigo de una escalada de la retórica feroz antirrusa por parte del presidente de EEUU, de un apoyo agresivo al enfrentamiento de un pueblo contra el otro, de la exigencia de continuar aplicando la política de ‘arreglo pacífico’ de la situación en Ucrania. Entonces, ¿cuál será el arreglo militar si se ataca a la población civil con balas explosivas, si la aviación bombardea ciudades, si se atacan vehículos sanitarios que transportan a los heridos?
… Rodeado por asesores incompetentes que no saben donde se ubican Irán o Bielorrusia, el presidente de EEUU obvia las muchísimas víctimas civiles en Ucrania, cuando dice mentiras en su discurso en la Academia Militar de West Point, acusando de todo a Rusia. ¿Por qué no gritaba con indignación cuando se quemaba vivos a habitantes de Odessa como hacían los nazis? ¿Por qué un exterminio planificado que se califica en todas las enciclopedias como genocidio se lleva a cabo y goza de apoyo por parte de mercenarios privados que hablan el inglés estadounidense? ¿No se entiende el lenguaje horrible de la matanza de la gente en el país para adoctrinar la democracia de manera forzada en el cual el Departamento de Estado de EEUU gastó 5.000 millones de dólares?…
…Estimado Comité Nobel, ¿no teme que pueda repetirse lo que tuvo lugar en el siglo XX y fue castigado en los juicios de Nuremberg como el mayor crimen contra la humanidad y civilización? ¿Dónde está el humanismo, los bellos ideales fundados en el proceso de la institución del Premio Nobel de la Paz? ¿Acaso ustedes seguirán observando en silencio y con indiferencia el terror desenfrenado del ‘conciliador’ que vive al otro lado del océano?
Exijo privar del título de Premio Nobel de la Paz al ciudadano de EEUU Barack Obama, y abrir una causa penal contra él en el Tribunal Internacional de La Haya por cometer un crimen de guerra contra la población civil y por instigar acciones que conllevan la escalada de la guerra contra los civiles de Siria, Libia, Afganistán, Venezuela y Ucrania; por eliminar el mismo concepto de humanismo y por pisotear agresivamente todos los derechos y normas establecidos en la Carta de la ONU.
Olga Zinóvieva, viuda del veterano de la Gran Guerra Patria y gestora del patrimonio creativo de Alexander Zinóviev”;
Parece que se debería privar del Premio Nobel de la Paz no sólo a Barack Obama, sino a Lech Walesa también. En caso contrario, queda una impresión extraña de que el Comité Nobel se ha convertido en una fábrica de producción de certificados instigadores de guerra, extremismo y terrorismo a nivel de Estado, lo cual desacredita el patrimonio pacífico de Alfred Nobel.