Solamente en la mejora de los 12 aeropuertos de las ciudades sede del Mundial, el gobierno de Brasil invirtió 8.400 millones de reales (2.658 millones de dólares), es decir, prácticamente una cuarta parte de los 33.000 millones de reales (10.442 millones de dólares) que costó a los contribuyentes el megaevento deportivo.
Recientemente, la presidenta Dilma Rousseff insistió en la línea de sus nuevas políticas de recorte del gasto público y el aumento de la eficiencia, de la necesidad de "un nuevo mapa logístico" para Brasil así como "la racionalización de costes y la gestión de los transportes de cara al exterior".
En la actualidad, los tres grandes aeropuertos internacionales del país (Guarulhos en Sao Paulo, Galeao en Río de Janeiro y Confins en Belo Horizonte) funcionan desde 2012 bajo la gestión privada de grandes empresas internacionales en conjunción con las empresas nacionales Odebrecht y CCR.
En aquella ocasión, la oferta mínima para la gestión del aeropuerto internacional de Río de Janeiro fue de 4.828 millones de reales (1.527 millones de dólares) con la obligación de invertir al menos 5,7 millones de reales (1,8 millones de dólares) en proyectos en pistas, aparcamientos y mejoras generales.