Tras el accidente en la planta nuclear Fukushima 1 en Japón, ocurrido en 2011, el Gobierno de este país renunció al uso de la energía atómica.
"Lo hicieron en el estado de miedo", dijo Bolshov, recordando que tras el accidente de Fukushima una serie de países decidieron hacer lo mismo, también influidos por las emociones.
Señaló que la renuncia a la energía atómica impactó en la economía de Japón, que tuvo que importar recursos energéticos más caros, entre ellos, carbón y gas licuado.
Explicó que la administración nuclear en Japón tras el accidente de Fukushima sufrió cambios radicales.
"En particular, fueron elaboradas nuevas normas que se corresponden con la legislación internacional, pero son más rigurosas", dijo.
Asimismo, recordó que tras el siniestro en la planta japonesa, China también "prohibió la construcción de plantas de segunda generación", dando la prioridad a las de generación tres y tres plus.
Los expertos internacionales sostienen que el sector mundial de la energía nuclear recuperó los planes de desarrollo que existían antes del accidente de Fukushima.
Según los datos del Organismo Internacional de Energía Atómica, actualmente en todo el mundo funcionan 440 reactores mientras que otros 68 están construyéndose.