Tan solo dos meses atrás, en la encuesta de Datafolha del 3 de diciembre, solamente el 24% valoraron negativamente su gestión mientras que el 42% tenía una opinión positiva de Rousseff, unos datos inversos a los actuales que reflejan el malestar por la corrupción, considerado el mayor problema de Brasil por el 21%, y la incertidumbre económica.
El escándalo de corrupción de Petrobras parece perjudicado la imagen pública de la presidenta, según los datos de la encuesta que muestran que el 77% de los entrevistados piensan que Dilma Rouseeff conocía la red de corrupción que funcionaba en la semiestatal.
Además, el 55% de los brasileños creen que la situación económica continuará empeorando en los próximos meses, frente al 28% que así lo pensaban en diciembre, y el 81% cree que la inflación continuará aumentando, un dato que resta confianza a la labor del nuevo ministro de Hacienda, Joaquim Levy, que en su nombramiento insistió que sus esfuerzos se centrarían en reducir la inflación que en enero ascendió al 7,01%.