Tres de ellos son ciudadanos chinos que según la fuente pertenecerían al Movimiento Islámico de Turkestán Oriental (ETIM).
Pekín ha acusado a ese grupo de numerosos atentados en la provincia de Xinjiang, donde la minoría Uigur denuncia a la Han (la mayoritaria en China) de esquilmar sus recursos naturales, diluir su cultura y ahogar su religión.
Uno de los militantes chinos fue ejecutado en septiembre, según el oficial, después de haberse sentido desilusionado con la realidad del EI. Fue capturado cuando intentaba huir a Turquía.
Los otros dos fueron decapitados en diciembre en Irak junto con otros 11 integrantes de la banda de seis países diferentes que también habían intentado huir y fueron condenados por traición.
Esta es la última evidencia de la participación de militantes chinos en la organización terrorista.
Wu Sike, el enviado especial de China para a Oriente Medio, calcula que un centenar de chinos están integrados al EI, mientras el diario Global Times afirma que son 300.
Irak aseguró el pasado diciembre que había capturado a un miembro chino del EI y publicó fotos donde aparecía golpeado y con el cuerpo lleno de moretones, en lo que fue el primer indicio de presencia china en esta organización.
Pekín ha expresado en numerosas ocasiones su recelo ante el auge del EI y su temor a que su ideario cale en las masas uigures de Xinjiang, fronteriza con Pakistán y Afganistán.
China, a pesar de ello, no ha querido integrarse en la coalición internacional liderada por Estados Unidos que usa la fuerza militar contra el grupo terrorista.