"Me parece que no hemos cometido errores globales a nivel personal ni estatal", subrayó.
Precisó que las autoridades bielorrusas no hicieron ninguna matanza ni buscó el sufrimiento de las personas, aunque reconoció que hubo algunos desaciertos en materia económica que explicó por la falta de experiencia.
El presidente volvió a indicar que se opone a una privatización de gran envergadura de las empresas públicas. "¿Acaso si entregamos las empresas a particulares comenzarán a florecer? La crisis afectó a todos", subrayó al agregar que "hay que trabajar y plantar cara a la competencia".
Señaló que se opone a la liberación y es partidario de que haya "orden" en el país.
Lukashenko recalcó que tampoco cambiará su política exterior y destacó el carácter amistoso de las relaciones con Rusia. "Hemos determinado nuestra línea inequívocamente: Rusia y el pueblo ruso para mí son sagrados, pero tampoco quiero ver a Occidente como un enemigo", afirmó.
A la vez, realzó que "nadie en Occidente siente afecto por Lukashenko" y declaró que si hace concesiones en cuanto a los prisioneros políticos como lo exigen los países occidentales estos inventarán nuevas exigencias.