Se trata de un dispositivo capaz de generar un campo magnético a fin de lanzar proyectiles a una distancia de 185 kilómetros y una velocidad entre 6 y 7 veces la del sonido.
En palabras del almirante Mat Winter, director de Investigación de la Marina, estamos ante "un arma poderosa y eficaz", que otorgaría una tremenda superioridad a las unidades navales de los EEUU.
MT @NavalEnergy: VADM Cullom: "Innovation is the Navy & America's secret weapon." @NavySNA
— U.S. Navy (@USNavy) enero 14, 2015
Uno de los defectos históricos de los misiles es su coste multimillonario, pero gracias al cañón electromagnético las baterías de la marina podrían hacer frente a objetivos situados a enorme distancias usando proyectiles mucho más baratos con una altísima frecuencia de disparos.
Dado que el proyectil no requiere de una vaina, puede cargarse de forma mucho más rápida. También disminuiría de forma drástica la cantidad de explosivos a bordo de las naves, reduciendo costes y aumentando la seguridad.
Conocidos como cañones de riel, su origen se remonta a 1918, cuando el francés Louis Octave Fauchon-Villeplee patentó el cañón eléctrico.
Posteriormente desarrollado durante la II Guerra Mundial por el ejército nazi, nunca entró en combate, si bien durante los cuarenta y los cincuenta diversos investigadores discutieron posibles prototipos.
Fue descartado, entre otras razones, por su altísimo consumo energético y la ausencia de materiales lo suficientemente resistentes a la tremenda fricción, el calor y la corriente eléctrica.
El ejército y la marina de los EEUU han financiado y desarrollado distintos cañones de riel a lo largo de los años, llegando a testar varios de ellos durante la última década.
Mereced a su velocidad, podrían emplearse como eficaz batería antiaérea contra misiles supersónicos.
Aunque el arma que se presenta en febrero será probada en el mar a lo largo del 2016, pasarán varios años hasta que una versión más avanzada llegue a estar en funcionamiento a bordo de la flota estadounidense.