La compañía energética inició los sondeos el pasado 18 de noviembre a 60 kilómetros de las costas de Lanzarote y Formentera, en medio de una oleada de protestas por el posible daño ecológico que podrían causar unas perforaciones en una zona de alto valor medioambiental.
En un comunicado, Repsol informó que "el análisis de las muestras obtenidas en el sondeo denominado Sandía confirma la existencia de gas sin el volumen ni la calidad suficientes para considerar una futura extracción". Las exploraciones confirmaron que en el subsuelo había petróleo y gas, pero los almacenes investigados estaban saturados de agua y los hidrocarburos se hallaban en capas muy delgadas y no explotables.
El pasado 11 de enero, la empresa había concluido sus primeras prospecciones al alcanzar los 3.093 metros de profundidad en el pozo Sandía, 882 metros de lámina de agua y 2.211 metros de subsuelo, la cota máxima a la que estaba previsto llegar para empezar a estudiar la viabilidad del proyecto. La semana próxima se realizarán "las labores de sellado del pozo continuando con los protocolos de seguridad más estrictos, conforme se ha desarrollado el sondeo en su conjunto", explicó la multinacional. Según Repsol, el buque de posicionamiento dinámico Rowan Renaissance regresará a Angola para continuar con el programa de exploración de hidrocarburos de Repsol en el país africano.
En el proyecto de investigación han trabajado unos 750 profesionales de más de 50 empresas. Desde el inicio de los trabajos, Repsol estimó una posibilidad de éxito exploratorio de entre el 15% y el 20%.