Según las informaciones arrojadas por la periodista brasileña Cristina Lobo, la reunión habría tenido por objeto ultimar el mayor recorte en el gasto público desde la llegada del Partido de los Trabajadores (PT) al gobierno de Brasil en 2003 de la mano del expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva.
Para ello la presidenta se reunió con sus colaboradores más allegados: el ministro de Casa Civil, Aloizio Mercadante; el ministro de Relaciones Institucionales, Pepe Vargas; el ministro de Comunicaciones, Ricardo Berzoini, y el que está llamado a ser el nuevo hombre de confianza de Rousseff en el segundo mandato, el ministro de Defensa, Jaques Wagner.
En concreto, Rousseff se propone ahorrar unos 68.000 millones de reales en 2015, el equivalente al 1,2% de PIB de Brasil, que serán definidos a través de la Comisión de Gestión del Gasto Público, formada por la Contraloría General de la Unión (CGU) y los ministerios de Planeamiento, Casa Civil y Hacienda.
Especialmente significativa será la contribución al ahorro del nuevo ministro de Hacienda, el economista neoliberal Joaquim Levy, que el pasado jueves avisó de la necesidad de realizar importantes esfuerzos para controlar el déficit del gobierno y dejó entrever una inminente reforma fiscal, es decir, una subida de impuestos o la creación de otros nuevos.
Aunque todavía no han sido anunciadas las medidas concretas, debido al hecho de que todavía no existe un presupuesto definitivo para 2015, el gobierno de Rousseff espera que los drásticos recortes que planea penalicen el 2015 a cambio de permitir una mejora del panorama macroeconómico en 2016 impulsado por la retoma de las relaciones con Estados Unidos y el efecto rebote favorable que el aumento del dólar tendrá en las exportaciones agrícolas de Brasil.