Durante las últimas décadas el proceso de la depuración del poder tocó, además de Ucrania, a países de América Latina, Europa Oriental y Occidental y también a Sudáfrica e Irak, escribe este viernes RBC Daily.
En Latinoamérica y Sudáfrica pocos representantes del poder anterior fueron afectados por la campaña, de hecho la depuración se transformó en un proceso de apaciguamiento nacional, destaca el diario.
Mientras, en la República Checa en 1993 la ley de depuración del régimen comunista destituyó a unas 140.000 personas, en su mayoría los agentes de seguridad y miembros del partido gobernante.
La depuración del poder a gran escala se efectuó en Irak después del derrocamiento de Sadam Husein, cuando disolvieron al Ejército, la Policía y las autodefensas, lo que causó la situación de vulnerabilidad para la minoría suní.
En resultado, las unidades disueltas se convirtieron en un eje de la resistencia suní, actualmente representada por el Estado Islámico, una de las mayores amenazas para la región.
Según las encuestas, en Ucrania el 57% de la población apoyan la ley de depuración, que en su estado actual contradice al principio de la responsabilidad personal, la violación que puede ser examinada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Además excluye la posibilidad de apelar en el caso si la persona se sometió al proceso de depuración por la información falsa.
RBC Daily destaca que la depuración del poder no debe transformarse en la limpieza, su objetivo es detectar los errores del pasado e intentar de evitarlos en el futuro, mientras que para el desarrollo de Ucrania, de su economía y sociedad, requiere el ámbito de confianza en el país.