El peligro de la gripe aviar es ser algo más que un virus

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China está viviendo el brote de una nueva cepa de la gripe aviar.

El virus no es ninguna novedad y en los últimos quince años es la tercera vez que afecta a la población mundial. Lo más probable es que Rusia esta vez se salve de la infección. Sin embargo, sería un grave error ver esta enfermedad como una simple gripe y pasar por alto el peligro que entraña.
China, como hace diez años, vuelve a enfrentarse a la gripe aviar. De acuerdo con los medios de comunicación, para este lunes se habían detectados sesenta casos de contagio y trece personas habían fallecido. La Organización Mundial de Salud confirma el contagio de 51 personas y la muerte de once de ellas.

En la frontera ruso-china los que desean entrar en Rusia son sometidos a un exhaustivo examen médico, pero el riesgo de que el virus penetre en el país sigue existiendo. Esta cepa mortal de la infección de las vías respiratorias en realidad no tiene nada que ver con la gripe. Los expertos se ven incapaces de contestar a la pregunta de cómo exactamente se transmite. De momento se cree que se contagia únicamente por contacto directo con las aves que no se han sometido a tratamiento térmico. Y es la única esperanza de que esta nueva cepa de la gripe aviar no salga de China y de los países vecinos.

Los orígenes de la gripe aviar

La cepa surgió en el mismo sitio y de la misma forma que las dos anteriores, en el sudeste asiático, por contacto con las aves criadas y salvajes. Los virus de la gripe, al igual que el resto de las infecciones, no fueron traídos por los extraterrestres ni obtenidos por científicos maléficos en laboratorios secretos, sino que desde siempre han circulado en los llamados focos naturales de infección.

La circulación del virus de la gripe en la naturaleza está bien estudiada. El foco natural de los virus son aves anseriformes salvajes: gansos y patos de los cuales contraen la infección otros pájaros, los domésticos incluidos. Así, por ejemplo, el actual virus H7N9 fue descubierto por los expertos de la OMC en pollos, patos y palomas procedentes de los mercados del este de China.

Históricamente, los virus de la gripe nunca se han trasmitido de las aves directamente al hombre, pasando antes por animales domésticos, en concreto, cerdos, caballos y ovejas, cuyas características fisiológicas son más cercanas a las humanas. Parte de los virus moría y otra se adaptaba, causando enfermedades e incluso muertes entre el ganado. Y sólo estos últimos virus sí que podían contraer los humanos. A veces llegaba a ocurrir y estas nuevas “cepas adaptadas al organismo humano” ganaban vida propia, circulando durante milenios dentro de la población del planeta. El cuerpo humano se acostumbró a ellos hasta el punto de reducirse los síntomas a la nariz taponada y un ligero malestar.

Los virus de la gripe poseen la capacidad de mutaciones y son reasortantes (su composición genética sigue igual pero los genes cambian de ubicación modificándose al mismo tiempo las propiedades del virus). Sólo una vez cada varias décadas ocurre alguna mutación o recolocación extremadamente desafortunada para la gente y surge la cepa que se lleva millones de vidas humanas, la llamada gripe española, la de Hong Kong, la rusa o la porcina. Pero en estos casos por lo menos toda está claro, el origen del virus, su circulación y las causas de la elevada mortalidad de las personas. Y también se conocen las medidas de lucha contra la enfermedad que consiste en un proceso de vacunación con las correspondientes cepas.

Sin embargo, en caso de la gripe aviar ocurre algo extraordinario, porque los humanos contraen la infección en su estado inicial directamente de las aves. En un principio, no debería pasar, porque las aves en su fisiología y bioquímica se parecen más a las serpientes, las tortugas y los cocodrilos que a los seres humanos. No contraemos infecciones de serpientes y cocodrilos; pero sí de aves, y resultan mortales para nosotros.

Los brotes no son iguales

En estos momentos estamos viviendo el tercer brote de la gripe aviar en los últimos quince años. El primero se registró en Hong Kong en los años 1997-1998. Enfermaron dieciocho personas y seis fallecieron. El segundo tuvo lugar en diciembre de 2003 en Vietnam. Varios casos de la enfermedad se han detectado en diez países del sudeste asiático. Vietnam fue el sitio donde más se agravó la situación: los expertos de la OMC verificaron veinticinco casos de contagio y diecinueve de ellos acabaron en muerte de los infectados. En otros nueve países, sin embargo, no hubo víctimas mortales o eran casos aislados.

Pero, actualmente, en China ya hay más de cincuenta enfermos y más de diez personas han muerto a causa del virus. Y su número real podría ser más alto, advierten fuentes de la OMC, señalando que las autoridades chinas podrían estar ocultando la información: “A día de hoy existe una información muy limitada para que se pueda juzgar si se han anunciado todos los casos del contagio. Teniendo en cuenta que se han comunicado casos relativamente ligeros de la enfermedad, es de suponer que habrá otros casos semejantes que no han sido detectados”.

Merece la pena señalar que el virus se vuelve cada vez más agresivo. Además, si en dos primeras ocasiones se trataba del virus del tipo A, el actual es del tipo H7, que se detectó en pollos en Pakistán y en el estado de Delaware. Todavía se desconoce si es la misma cepa. En Estados Unidos ningún empleado de la granja con pollos infectados contrajo el virus y la situación en Pakistán nunca se ha revelado en el exterior.

Los datos sobre la modificación anterior del virus, el A(H5N1) fueron minuciosamente estudiados por los expertos de la OMC. Según ellos, el contagio ocurre a través del consumo de productos que han estado en contacto con la sangre de las aves o por aire, al tratar con las aves contagiadas. La OMC asegura que no se contagia de persona a persona y en agosto de 2011 se hizo público el documento en el que se aseguraba que “la evolución del virus no eleva riesgos para la salud pública”.

De momento ha pasado poco tiempo, para que respecto a A(H7N9) se pueda hacer algún tipo de pronósticos, pero las conclusiones preliminares de los expertos no son muy alentadoras. Indican que no existen pruebas de contagio entre personas, pero apuntan que esta posibilidad no debería descartarse por dos razones. La primera consiste en que en China hubo dos casos de contagio de familiares que “habían mantenido contacto intenso”. La segunda es que el análisis genético de los virus “supone su adaptación a los organismos de los mamíferos y dicha adaptación podría tener lugar”. En otras palabras, esta vez la gripe aviar podría aventurarse a superar la barrera antes insalvable. Esperemos que no llegue a ocurrir, porque de lo contrario nos enfrentaríamos a la pandemia de un peligroso virus.

Tomando medidas de precaución

El jefe del Servicio Sanitario de Rusia, Guennadi Oníschenko, ya ha emitido sus recomendaciones. En primer lugar, alertó sobre las visitas a China. El resto de las medidas de precaución por él citadas se refieren más bien al Estado y no a los ciudadanos de a pie: destrucción de las aves contaminadas, medidas de prevención en la frontera y cuarentena para los posibles portadores del virus. Se podría añadir también que los aficionados a la caza deberían tener cuidado, porque las aves migratorias no son sometidas a ningún control. Y todos nosotros deberíamos tener presente que el virus con toda seguridad muere con la temperatura de 70 grados.

Lo más importante, al parecer, es sacudirse el efecto tranquilizador de la palabra “gripe”. Lo es formalmente, pero en realidad estamos hablando de una enfermedad completamente distinta y más peligrosa. No tanto, por supuesto, como el sida, la peste, la lepra o la sífilis. De hecho, es  curada con éxito, pero sólo en caso de ser iniciado el tratamiento en su debido momento.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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