Moscú, 5 de mayo, RIA Novosti. El fuerte temporal de nieve y viento que azotó el suroeste francés en pleno mes de mayo dejando sin luz a miles de personas, es algo poco habitual, pero nada extraordinario, opinan meteorólogos rusos.
"Se trata de una situación meteorológica un tanto inusual, con la llegada del aire frío desde los países nórdicos donde las temperaturas han descendido últimamente hasta los 6 grados centígrados", explicó a RIA Novosti Tatiana Berezhnaia, responsable del Área de Análisis y Previsión Global de la agencia estatal rusa de meteorología Guidrometsentr.
Según Berezhnaia, precisamente esa penetración de masas de aire ártico fue lo que provocó un acusado descenso térmico, en unos diez grados, que afectó al Pirineo, entre Francia y España. No obstante, las nevadas en abril y mayo "no son nada extraordinario" en esa región, subrayó.
La experta informó que las temperaturas registradas la víspera en las zonas donde nevó se situaron entre los 4 y los 6 grados centígrados, frente a los valores normales que rondan los 20 grados. El frío persistirá aún el jueves y el viernes, pero empezará a remitir poco a poco, señaló.
Por su parte, el director del Guidrometsentr, Román Vilfand, indicó que una situación meteorológica así es poco probable para la parte europea de Rusia.
"Para el centro de la parte europea rusa, es un fenómeno poco corriente que puede darse cada cinco o seis años. En cambio, las heladas sí son posibles, incluso a finales de la primera década de junio", advirtió el meteorólogo.
Agregó que las nevadas pueden afectar al norte de la parte europea de Rusia, en concreto la provincia de Arjánguelsk y la República de los Komi, así como a la parte oriental del país e incluso al sur de Siberia, donde "es normal que caiga un par de nevadas" a estas alturas del año.
El invierno que la víspera regreso a la costa sur de Francia dejó sin luz 23.000 hogares, a raíz de los cortes en las líneas de electricidad provocados por la caída de árboles bajo un pesado manto de nieve húmeda.
El temporal obligó a cerrar el aeropuerto de Perpiñán y a cancelar algunos vuelos a Montpellier. La Costa Azul, que se prepara para acoger el festival de cine de Cannes, fue golpeada por olas de hasta diez metros.