

"El comercio era visto como un problema urbano. Al ocupar vía pública, estorban el libre tránsito, porque suelen ser vistos como lugares inseguros y porque los mismos comerciantes se organizan y exigen a las autoridades ciertas cosas. Considero que llevar estos comerciantes de la calle a edificios pensados exclusivamente para la venta, le da mayores herramientas de control social a las autoridades de la ciudad", abundó.
"Para los liberales del siglo pasado, [Tepito] tenía una imagen de sucio, desordenado, de algo que se tenía que regular", ponderó.


"El comercio, en ese sentido, es fundamental para el barrio, sobre todo en su faceta más informal. En otros lugares pasa que hay un comercio formal que es orbitado por el informal, pero aquí el [segundo] es mucho más viejo, y después, vino el comercio formal, que es un aspecto muy del México de la modernización, cuando se empezó a crear mucha infraestructura estatal", abundó.
"Ese partido tenía una política social muy marcada en la que, por medio de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), entran los comerciantes. Podemos ver cómo el tener acceso a locales fue un elemento de negociación del PRI para afiliar a comerciantes", explicó.
"Estos lugares no se limitan solo al comercio. Considero que sí cumplen una función social dentro de las colonias de la ciudad: la de aglutinar, de alguna manera, a la comunidad por medio de la compraventa", apuntó.
"Los mercados tienen su propia vida y la gente se los apropió. No se viven como un enroque formal y regulado frente al comercio informal, que ha sido una fantasía que mantuvieron las autoridades de la ciudad durante mucho tiempo", finalizó.

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