Además, el dólar también ofrece a Estados Unidos el control sobre el sistema de despacho, así como la capacidad de imponer sanciones, señaló el economista. Por eso el billete verde es tan importante para Washington.
Otros países se esfuerzan por vender al país norteamericano para obtener dólares para las reservas de los bancos centrales, añade el experto. Después, los billetes verdes procedentes de las exportaciones se convierten en bonos del Tesoro estadounidense, que pagan intereses mientras sirven de reservas a los bancos centrales.
Pero, ¿necesitan realmente otros Estados dólares estadounidenses para mantener sus reservas nacionales? La inmovilización de las reservas del Banco Central de Rusia y el hecho de que Washington se otorgara a sí mismo la autoridad para robar ese dinero plantearon serios interrogantes sobre la seguridad financiera en todo el mundo.
"Hoy no es necesaria una moneda de reserva", explica Roberts, agregando que los países deberían comerciar en sus propias monedas.
El economista señala que el dólar estadounidense se convirtió en la moneda de reserva tras la Segunda Guerra Mundial no porque fuera insustituible, sino porque todas las demás naciones industrializadas habían quedado devastadas por seis años de conflicto.
Dado que el dominio de la divisa estadounidense se debió en un principio a su conveniencia, sería lógico que los actores mundiales adoptaran otras divisas por la misma razón, especialmente ahora que el dólar se ha convertido en una arma, argumenta el economista.
Al centrarse en sus propias monedas, los Estados tendrían más margen de maniobra para financiar su propia deuda, cree Roberts. "Si un país tiene su propia moneda y denomina su deuda en ella, siempre puede pagarla imprimiendo dinero", considera.
La asociación utiliza cada vez más las monedas nacionales para el comercio y las inversiones entre sus miembros. En este contexto, Roberts plantea que los países BRICS "no deberían preocuparse por vender a Occidente".
El presidente ruso,
Vladímir Putin, ha subrayado en reiteradas ocasiones que
el grupo BRICS no está dirigido contra terceras partes. Desde Moscú han señalado que Occidente puede unirse, pero en condiciones de igualdad de todos los miembros y equidad de las normas comunes. Sin embargo, EEUU y sus aliados son hostiles a la organización, porque
carecen de capacidad para controlarla, enfatiza el economista.
"El grupo BRICS es un sistema ajeno al control económico y político de Occidente. (...) Es una forma de que los países escapen de Occidente y sus manipulaciones", resume.