España

Muerte y luto en España por inundaciones: las causas de una tragedia anunciada

El temporal inusitado de lluvia torrencial y viento en varias regiones ocasiona inundaciones que acaba con vidas, viviendas, infraestructuras, cultivos e industrias. ¿Por qué la alerta se activó tarde pese a las advertencias de los meteorólogos? Los diseños urbanísticos viciados y el "desprecio a la información técnica" son algunas de las causas.
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La catástrofe atmosférica que ha castigado al país ibérico de forma inédita en lo que llevamos de siglo, se ha cobrado la vida de al menos 158 personas. La cifra es provisional y amenaza con ser mucho mayor, dado el paradero todavía desconocido de decenas, si no cientos, de ciudadanos.
Si los días 29 y 30 de octubre los efectos ocasionados por la DANA [depresión aislada en niveles altos, el término que prefieren los meteorólogos para referirse a un evento de gota fría originado en las capas altas de la atmósfera] asolaron puntos de Castilla-La Mancha, la región metropolitana de Valencia y varias localidades de las comarcas adyacentes, el día 31 las lluvias se trasladaron más al norte, a Castellón y la zona meridional de Cataluña, y también se dejaron sentir en amplias zonas de Aragón, Andalucía occidental e incluso en el enclave africano de Ceuta.
La destrucción es significativa y la mejor descripción la pueden aportar las diversas imágenes y tomas aéreas de las zonas afectadas: un paisaje después de la guerra, dominado por miles de automóviles y camiones amontonados y volcados, luego de ser arrastrados por las aguas. Viviendas, garajes, tiendas, mobiliario urbano, naves industriales, talleres, cultivos, carreteras y vías de ferrocarril han quedado anegadas por las aguas y el barro, bien destruidas parcialmente o bien inutilizadas temporalmente.
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Los destrozos ocasionados en las vías férreas y túneles dejan a Valencia (tercera ciudad en importancia de España) desconectada de Madrid para las próximas dos o tres semanas, informó Óscar Puente, ministro de Transportes. En Valencia, las líneas de trenes interurbanos están paralizadas y las conexiones entre Castellón y Tarragona, también. Más de 1000 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) efectúan labores de rescate y reparto de ayuda, a las que se unirán otros 500 militares de los tres ejércitos a partir del 1 de noviembre.
Hasta más de 445 litros por m² se llegaron a registrar en menos de ocho horas en algunos puntos. En el campo, la situación es calamitosa para la agricultura y ganadería. Las organizaciones agrarias dan cuenta preliminar de la dimensión del desastre, que, en el caso del ganado, puede ocasionar un problema de salud pública, dadas las reses muertas.

"Miles de hectáreas de cítricos, caquis, hortalizas, viñas y otros cultivos van a perder la cosecha de la presente campaña e, incluso, van a sufrir problemas irreparables por exceso de humedad que acabarán con la muerte de las plantaciones", se advierte en un comunicado de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA).

Valencia es la región española productora de cítricos por antonomasia, una auténtica despensa a nivel nacional y europeo, y es previsible que sea en estos cultivos donde se concentre el mayor daño.
"Las lluvias torrenciales han llegado en un momento crítico para la cosecha, que se generalizaría dentro de un mes aproximadamente. Hay muchas fincas anegadas que sufrirán asfixia radicular, por lo que los árboles sufrirán y pueden morir", lamentan en la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), que describe como "dantesco" el balance en la provincia de Almería, donde un granizo de hasta 8 cm de diámetro ha destruido incluso los invernaderos.

¿Era evitable la tragedia humana?

Es la pregunta que asalta a muchos en España. No es la primera vez que fenómenos de lluvias torrenciales causan estragos en la región del Levante, donde en 1982 aconteció la "pantanada", la rotura de la presa del embalse de Tous a consecuencia de una gota fría similar, ocasionando una riada mortal.
Y, sin embargo, ¿qué ha pasado para que en pleno siglo XXI, con toda la tecnología y el saber científico adquirido, no se advirtiera a tiempo a la población de la amenaza mortal que se avecinaba?
Los primeros partes en los que la Agencia Española de Meteorología (AEMET) hace constar la gravedad del temporal en ciernes datan del 27 de octubre. El día 29, a las 07:36 horas, lanzó un aviso de nivel rojo, el de gravedad máxima. A las 08:04 h reiteró que el peligro era "extremo". Sin embargo, el presidente regional valenciano, Carlos Mazón, compareció ante los medios a las 13:00 h para decir que las lluvias "amainarían" hacia las 18:00 h. Nada de eso sucedió.
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Cuando, por fin, a las 20:12 h, el Gobierno regional envió a los teléfonos celulares de los ciudadanos una alerta en forma de pitido estridente y mensaje SMS, ya era demasiado tarde. Y para mayor tensión, el día 30 comenzó el cruce de acusaciones entre la oposición política (Partido Popular) y el Gobierno de Pedro Sánchez a cuenta de la responsabilidad de la gestión. El Gobierno central entiende que es competencia del Ejecutivo valenciano y el PP cree que no. Su líder, Alberto Núñez Feijóo, incluso acusó a la AEMET, dependiente del Gobierno central, de no alertar sobre la situación.
"El impacto de un fenómeno meteorológico depende de la preparación para afrontarlo y de la evaluación y las medidas que adopten las comunidades autónomas", se defendió la AEMET en un comunicado.
"Está claro que ha habido un absoluto desprecio por la información técnica. Estamos pasando del negacionismo climático al negacionismo meteorológico", lamenta Antonio Turiel, investigador del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (CSIC-ICM), que explica a Sputnik que es evidente que el problema "se minusvaloró".
Los avisos de la AEMET en los días previos fueron ignorados. "No eran aún una predicción exacta, pero se entendía que se acercaba un evento atmosférico de características importantes", afirma.
"El evento también salía en los outputs del modelo con el que trabajan en el Centro Europeo de Previsión Meteorológica. Dos días antes [la AEMET], empezó a dar cifras de zonas afectadas en concreto y a emitir alertas. Y día 29 emitieron una alerta roja", explica Turiel.
La ausencia de mensajes claros de alerta, la falta de precaución e incluso un desprecio por la ley de prevención riesgos laborales en muchas empresas, propició que, en los momentos fatídicos, muchos ciudadanos se hallaran en sus puestos de trabajo o centros de estudio, al volante de sus vehículos o hasta por las calles. Es decir, toda una cadena de imprecisiones llevó a que la gente estuviera donde no tenía que estar.
"Lógicamente, tenían que haber dicho a la gente que no saliera de casa. Habría habido algún muerto igualmente, pero no una tragedia tan enorme. Porque ahora mismo hay 158 muertos, pero centenares de desaparecidos" añade Turiel.

La trampa urbanística

Más de un millón de viviendas están construidas sobre zonas inundables en la región del Levante, el litoral mediterráneo del país, según una investigación de Eldiario.es elaborada con datos del Catastro y del Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables. Unas 314.000 se hallan en las provincias de Valencia, Castellón, Alicante y Murcia, justamente las más afectadas por este tipo de temporales a lo largo de los años.
Una regulación poco estricta, los intereses cruzados de administraciones locales y empresas constructoras durante el boom de la construcción y unas normativas europeas sobre gestión de inundaciones que no empezaron a aplicarse hasta 2007, obraron que en España se levantaran muchísimas edificaciones junto a cauces fluviales y zonas costeras, las llamadas "llanuras de inundación".
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Y ahora, tras las inundaciones, las imágenes satelitales del área metropolitana de Valencia y sus comarcas adyacentes tomadas el 30 de octubre, delimitan las zonas anegadas en correspondencia casi milimétrica con esta cartografía de zonas inundables. Es decir, el mal diseño urbanístico, con un desarrollo viciado de inicio, es otro de los factores que ha contribuido a aumentar la magnitud de la desgracia.
Tal es así, que para definir el problema, la propia capital valenciana sirve de ejemplo antitético. "En Valencia recuperaron una zona deprimida, que era el cauce seco del río Turia, y lo convirtieron en el eje de la ciudad. De un problema hicieron virtud y esto es lo que la ha salvado", explica a Sputnik A. Díaz Curiel, arquitecto de la compañía de gestión Mace Group.
En los años 60 se decidió desviar el río Turia, que atravesaba el centro de la ciudad hasta desembocar en el mar. Como resultado el cauce original quedó seco. A partir de 1987, mediante un proyecto del célebre arquitecto catalán Ricardo Bofill, el lecho seco se ensanchó, se ajardinó y se crearon zonas verdes que regeneraron la vida urbana.
"El criterio fue acertado, ensancharon el cauce, lo que ha permitido que durante estos días Valencia haya absorbido el gigantesco caudal", explica este arquitecto, que resalta que la previsión que implicó el proyecto es lo que ha evitado que Valencia se inundara por completo.
"La propia ciudad de Valencia ha demostrado cuál es la solución. ¿Por qué no se hizo en otros lugares?", añade. En su caso, la pertinencia de auditar "un activo inmobiliario o un solar" a la hora de comprarlo para ejecutar cualquier proyecto, es insoslayable. "Es uno de los análisis que nosotros hacemos, evaluar el riesgo de inundación del lugar. Si no respetas a la naturaleza, la naturaleza acaba contigo", sentencia.
El emplazamiento de bienes e infraestructuras también es discutido por M. Andreu, viticultor de la zona de Requena-Utiel, donde hay "más de 35.000 hectáreas de viñedo anegadas y huertas hasta con dos metros de agua". A su juicio, aparte de la gestión de la catástrofe, el problema es la "desastrosa política de ordenación de los territorios durante décadas".
"Todo se va juntando con el tiempo y todo influye, ya estemos en la huerta, el polígono o en los accesos a las ciudades: desvíos, estrechamientos, canalizaciones, puentes, carreteras, autovías, polígonos industriales, urbanizaciones, barrios nuevos… todo ha sido montado con la lógica del máximo e inmediato beneficio económico, sin importar otras cosas", lamenta.

Una DANA estacionaria

El temporal que ha arrasado grandes zonas de la región levantina y que también ha infligido daños en Andalucía y Aragón, ha diferido de otros anteriores. Una serie de factores, que ya han despertado la atención de los científicos, pueden definir por qué aun conociendo el fenómeno y teniendo herramientas para controlar sus efectos, no obstante haya resultado devastador.
"El primer factor particular es su tamaño, desmesurado. Y esto es algo que puede deberse al cambio climático o no, no lo sabemos aún", señala A. Turiel, que indica que es precisamente el tamaño del evento atmosférico lo que ha hecho posible que afectara a un área tan grande. Un área por la que el agua acaba discurriendo sin estar preparada para ello.

"Y debido a su gran tamaño, y esto es otra particularidad, se quedó en una zona estacionaria sin poderse mover por la atmósfera. Se mantuvo clavada mucho rato en una zona concreta, 24 horas, y agravó el problema", añade.

La temperatura del agua del mar, muy caliente, es otro de los factores, recuerda este investigador y divulgador científico. "El Mediterráneo ya está dos grados por encima del promedio observado entre 1980 y 2000, liberando mucho más vapor de agua y emitiendo mucho más calor. Y esto tiene consecuencias", advierte.
El resultado es una concentración de vapor de agua que produce precipitaciones más intensas, pues la temperatura del aire también ahora es más elevada. En consecuencia, el volumen de agua en la atmósfera susceptible de caer en forma de precipitaciones alcanza ya valores de récord.
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"La atmósfera contiene más agua precipitable porque está más caliente, no tiene ningún misterio, es algo que se sabe desde los primeros trabajos en termodinámica. Es la relación de Clausius-Clapeyron, que dice que por cada grado que aumenta la temperatura del aire, este admite un 7% más de vapor de agua, lo cual influye en la cantidad de agua precipitable".
¿Significa esto que la DANA que asola España es producto del cambio climático? En opinión de Turiel, el cambio climático "tiende a empeorar este tipo de fenómenos, pero no se puede decir que la DANA sea consecuencia del cambio climático".
En cualquier caso, advierte este científico, el futuro deparará temporales similares, con mayor frecuencia y más destructivos, no tanto como los huracanes, pero sin desmerecer ante ellos en ese aspecto.
"La contaminación atmosférica sigue permitiendo que se produzca una nueva DANA en cualquier momento", concluye Turiel, convencido de la necesidad de ir imponiendo medidas de precaución e incluso evacuación, aun cuando "la soberbia habitual de nuestros gestores les impida pensar que este tipo de cosas puedan ocurrir aquí".
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