No es una prenda de origen prehispánico, sino que llegó con la influencia española. Originalmente, se usaba para entrar a la iglesia, como un tipo de tapado, de ahí el nombre rebozo, que significa tapar o cubrir. Se integró rápidamente a las costumbres mexicanas, como explica Amparo Rincón Pérez, antropóloga y coordinadora de Arte Popular de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, durante la feria artesanal Tápame con tu Rebozo, en el Museo Nacional de Culturas Populares.
La versatilidad del rebozo le ha permitido adaptarse a las tradiciones, el ecosistema, las creencias y las necesidades de cada estado de la República.
En Hueyapan, Morelos, un municipio indígena en las faldas del volcán Popocatépetl, los rebozos se crean con telar de cintura, utilizando lana de borrego y tintes naturales obtenidos de flores, cortezas de árboles, hierbas, insectos y añil.
"Para hacer un rebozo se necesita tiempo", asegura la maestra rebocera Araceli Soberanes, quien dedica alrededor de tres meses a la elaboración de cada prenda, debido a los procesos naturales y detallados que en ello se involucran.
Durante las últimas dos décadas, la feria artesanal Tápame con tu Rebozo ha reunido a artesanos y expertos de diferentes estados del país para promover la importancia del rebozo en la cultura mexicana. Este evento es fundamental para preservar y valorar esta tradición, especialmente en los pueblos indígenas y mestizos que mantienen viva esta artesanía.
Así, el rebozo sigue siendo una prenda que no solo se adapta y resiste, sino que también simboliza la rica tradición y el profundo sentido cultural de México.
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