El 4 de septiembre de 1970 un hito fundacional marcó la historia de Chile: el médico socialista Salvador Allende Gossens ganaba la elección presidencial. La victoria inició la llamada vía pacífica o vía chilena al socialismo, proyecto democrático que intentaba realizar profundas transformaciones sociales, económicas y políticas en el país suramericano.
"La Unidad Popular es el punto de llegada en la trayectoria histórica del movimiento popular. Es heredera de las demandas históricas que se comenzaron a desarrollar a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, en cuanto proyecto de construcción del socialismo. Pero es también heredera de la movilización social rupturista, que es un componente relevante en el desarrollo de ese movimiento popular y, a su vez, del respeto a la institucionalidad política".
"Les digo que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Esta noche, cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile, y cada vez más justa la vida en nuestra patria. Gracias, gracias, compañeras. Gracias, gracias, compañeros. (…) A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo, con la lealtad del compañero presidente", pronunció Allende en su discurso.
La victoria electoral fue acogida con esperanza por los sectores más humildes de la sociedad chilena.
"El triunfo de la Unidad Popular junto al presidente Salvador Allende para nosotros significó una tremenda alegría porque después de muchos años de una lucha continua por conquistar cuestiones básicas, por conquistar una vida digna, habíamos podido llegar a tener en el Gobierno un presidente elegido por nosotros, y ese nuevo Gobierno nos iba a permitir hacer cambios profundos".
Pero la llegada de Allende al poder también generó la desesperación de los sectores conservadores y empresariales chilenos, así como del Gobierno de los EEUU, quienes tomaron una actitud sediciosa frente a los anuncios del programa de la Unidad Popular, que buscaba acabar con los monopolios, los latifundios y nacionalizar las riquezas básicas.
El informe de la Comisión Church del Senado de EEUU sobre las operaciones gubernamentales encubiertas y las actividades de inteligencia del país norteamericano en Chile, publicado en 1975, consigna que la reacción del Gobierno de Richard Nixon (1969-1974) ante la victoria democrática de Allende fue inmediata.
"El golpe de Estado tiene como verdadero origen la nacionalización del cobre, la reforma agraria y la profunda transformación en la estructura económica del país, cosas que al empresariado, a la burguesía y a los poderes internacionales no les gustó".
El Comité 40, un subgabinete del ejecutivo estadounidense cuya labor era revisar y proponer las principales acciones secretas internacionales, comenzó a actuar. El 8 y 14 de septiembre discutieron qué medidas tomar antes del 24 de octubre de 1970, fecha en la que el Congreso chileno debía ratificar la victoria de Allende.
El mismo informe del Senado estadounidense señala que la CIA gastó entre 800.000 a un millón de dólares en acciones encubiertas para alterar el resultado de las elecciones presidenciales de 1970. La mitad de esos fondos fueron aprobados directamente por el Comité 40.
"El 15 de septiembre, el presidente Nixon informó al director de la CIA [Agencia Central de Inteligencia], Richard Helms, que el régimen de Allende en Chile no sería aceptado por los EEUU, e instruyó a la CIA para que desempeñara un papel directo en la organización de un golpe de Estado militar en Chile, para evitar la llegada de Allende a la presidencia".
Fragmento del Informe Church, del Senado de EEUU. A la derecha, el entonces mandatario estadounidense Richard Nixon.
La CIA, por instrucciones del secretario de Estado Henry Kissinger, reforzó su oficina en Santiago con cinco agentes encargados de contactar militares. Estos establecen comunicación con un grupo de extrema derecha vinculado al general en retiro, Roberto Viaux, e incitan a perpetrar atentados explosivos para crear un clima de miedo y desestabilización. Se apoya además un plan para secuestrar a autoridades militares chilenas.
Schneider representaba, en el seno de las Fuerzas Armadas, el apego al orden constitucional y había manifestado que respetarían el proceso electoral, sin interferir en él. Este posicionamiento fue conocido como la doctrina Schneider, por lo cual la figura del militar chileno se constituía en un impedimento ideológico para la intervención golpista.
"El general Schneider tendría que ser neutralizado, desplazándolo si fuera necesario", señaló el embajador estadounidense Edward Korry en un cable fechado ese mismo 21 de septiembre de 1970.
Dos días antes que el Congreso ratificara la victoria de Salvador Allende, como había sido la tradición electoral chilena, la mañana del jueves 22 de octubre de 1970, una ráfaga de tiros hiere mortalmente a René Schneider.
"El asesinato del general Schneider es símbolo de los esfuerzos de la CIA y la ultraderecha chilena para anular a Salvador Allende y su programa, porque se interponían a los intereses norteamericanos y a los de la élite política y económica chilena".
Al día siguiente de la muerte del general, el director de la CIA, Richard Helms, convocó a sus principales asesores para revisar las operaciones encubiertas planeadas contra Allende, lo que quedó registrado en documentos desclasificados.
"Se ha hecho un excelente trabajo guiando a los chilenos hasta un punto en que la solución militar es al menos una opción para ellos", detalla el mensaje transmitido ese día a la oficina de la central de inteligencia estadounidense en Chile.
A cinco meses de la proclamación, en abril de 1971, se realizaron las elecciones municipales, una prueba de fuego para el nuevo Gobierno, porque en ellos se mediría el apoyo de la Unidad Popular.
Washington decidió intervenir y para ello, a través del Comité 40, destinó 1,24 millones de dólares para la compra de estaciones de radio y periódicos, y con ello apoyar a los candidatos y actividades políticas de los partidos opositores a Allende.
"La elección municipal de abril de 1971 pone a su vez de relieve que una parte importante de la sociedad chilena mira con expectativa o con esperanza ese proyecto de transformación que ofrece la Unión Popular, y que en este caso contiene medidas de justicia social que muchos sectores ven con profunda simpatía".
Tras un año en el poder, Allende anuncia los avances de su programa económico y social: la nacionalización de los 16 bancos más importantes del país; la expansión de la reforma agraria; la intervención y estatización de 70 empresas estratégicas, así como la nacionalización de la gran minería del cobre.
"¡Somos dueños! Podemos decir nuestro cobre, nuestro carbón, nuestro hierro, nuestro salitre, nuestro acero. Las bases fundamentales de la industria pesada hoy pertenecen a Chile y a los chilenos".
Discurso de Allende, el 4 de noviembre de 1971.
"Este proyecto económico vino cambiar profundamente la base sobre las cuales se había ido desarrollo históricamente las relaciones sociales de producción. Y en ese sentido, los que se vieron más severamente afectados, en cuanto a que se redujo significativamente su acumulación de riqueza, fueron, por una parte, la burguesía y, por otro lado, las trasnacionales. En esa perspectiva, entonces, estos sectores reaccionan y lo hacen a través de la conspiración. De decir, de intentar llevar a cabo, un proceso de desestabilización, que en definitiva pusiera fin a la experiencia de la Unidad Popular".
A partir de estos avances del programa económico se desata una brutal política de desestabilización y desabastecimiento patrocinada por sectores políticos y empresariales contra el Gobierno de Allende.
A ello se suma la creación de grupos políticos de choque para la acción directa en las calles y organizaciones paramilitares, como Patria y Libertad, que a través del sabotaje, ataques explosivos y armados busca terminar con el Gobierno socialista.
Las acciones violentas se hacen continuas y se refuerzan con el paro de transportistas del 9 de octubre de 1972, convocado por la Confederación Nacional de Dueños de Camiones y al que adhieren el mediano y gran empresariado junto con la Democracia Cristiana.
"La derecha en Chile comienza una política de conspiración, un desabastecimiento absolutamente provocado. Cosa que después se sabría, porque se descubre la cantidad de alimentos y de productos que tuvieron escondidos. Esto llevó a que el Gobierno de la Unidad Popular tomara la medida para contrarrestar todo lo que estaba ocurriendo con el tema de la alimentación que empieza a escasear: crear las Juntas de Abastecimiento Popular (JAP). Así, en las poblaciones y sectores donde se organizaron las JAP fueron los pobladores los que tomaron en sus manos la distribución de los alimentos y de los productos de primera necesidad, para que no hubiera especulación, para que el mercado negro no se apoderara de la situación".
Mientras los sectores conservadores y empresariales de Chile conspiraban contra de Allende, el Comité 40 siguió aportando, desde EEUU, dinero para desmoronar al Gobierno chileno. Entregó fondos al partido Demócrata Cristiano, al diario El Mercurio y a otros sectores opositores. Más de dos millones de dólares fueron traspasados entre marzo de 1971 y septiembre de 1972 con estos fines. A lo que se suma 1,6 millones de dólares para la campaña parlamentaria de 1973.
Ante la compleja situación política y social, para dar mayor tranquilidad, Allende incorpora a miembros de las Fuerzas Armadas a su gabinete. El 2 de noviembre 1972 nombra al general Carlos Prats, sucesor de René Schneider, como ministro del Interior y a otros cuatro uniformados en distintas carteras del ejecutivo.
A pesar de la crisis política y económica provocada contra el Gobierno de la Unidad Popular, en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, el oficialismo logró el 43,3% de la votación, cifra superior al 36,3% obtenido en las presidenciales y que permitió sustentar su propuesta popular.
"Las elecciones de senadores y diputados de marzo en 1973 se producen un contexto político de mayor agitación, radicalidad e inestabilidad. En ese sentido, ofrecen la imagen de una sociedad popular que está no solo dispuesta de defender el Gobierno, sino también a seguir profundizando los cambios revolucionarios que la situación política ha venido gestando. Y, en ese sentido, a su vez se convierte en un dato relevante a efectos de inhibir las tendencias de un golpe blando que la oposición demócrata cristiana y de derecha había venido impulsando desde el Congreso".
El 29 de junio de 1973, se lleva a cabo el llamado Tanquetazo, intento golpista fallido, encabezado por el coronel Roberto Souper, al mando del Regimiento Blindado n.° 2. La acción, que se cobró la vida de 22 personas, fue aplacada por el entonces jefe del Ejército, Carlos Prats.
Pero los atentados políticos prosiguieron. El 26 de julio de 1973, el edecán naval del presidente Allende, comandante Arturo Araya Peeters, fue asesinado por un francotirador frente a su domicilio.
Paralelamente, y solo en agosto 1973, el Comité 40 aprueba un millón de dólares para apoyar a partidos opositores y organizaciones del sector privado. Este dinero, según se informa, no se gastó: al parecer la crisis ya estaba desatada.
Veinte minutos después, el mandatario emite desde la Casa de Gobierno su primer mensaje a la nación, a través de Radio Corporación.
"En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios".
Último discurso de Salvador Allende.
Luego de solicitarle la renuncia y ser rechazada por el mandatario, al mediodía de ese 11 de septiembre la sede del ejecutivo y la casa del presidente fueron bombardeadas por los militares. El golpe de Estado, iniciado y propiciado por los sectores conservadores y EEUU desde la llegada de Allende a La Moneda, se concretó.
Tras la muerte de Allende y la toma del poder por la Junta militar golpista, se cerró el Congreso y se dio comienzo a una brutal represión contra los funcionarios, simpatizantes de la Unidad popular, y militantes de izquierda.
"El golpe de Estado en Chile se propone despejar del camino a un movimiento popular ascendente que había sintetizado su trayectoria justamente la elección del presidente Salvador Allende y la Unidad Popular. Esa fue la primera condición que necesitó la restructuración del capitalismo en Chile. Bajo este control, bajo esta persecución, de exterminar a hombres y mujeres de izquierda, se buscaba en definitiva exterminar un proyecto de transformación social, de justicia social en favor de las grandes mayorías. Es decir, liquidar a las diversas expresiones que representan al mundo popular y obrero organizado". Viviana Bravo, historiadora y doctora en Estudios Latinoamericanos.
"El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! "
Último discurso de Salvador Allende