Acorralado por la falta de apoyo popular como producto de la acuciante crisis económica que atraviesa Argentina, el presidente Alberto Fernández decidió bajarse de la carrera por la reelección. Ante un escenario por demás abierto —con disputas internas que surcan al oficialismo y a la oposición—, el anuncio alimenta la expectativa por la definición de la incierta oferta electoral.
Marcado por un cúmulo de tempestades —como la pandemia, la crisis en Ucrania y la sequía más grave del último siglo—, cuyas consecuencias fueron agravadas por desmanejos de gestión, el Gobierno de Fernández ya tiene fecha de vencimiento: el 10 de diciembre, cuando entregue la banda presidencial a su sucesor.
En un hecho poco usual para el peronismo —el sello político de la alianza gobernante del Frente de Todos, de fuerte tradición personalista—, el titular del Poder Ejecutivo no buscará su reelección. La justificación esgrimida por Fernández en un video difundido apunta a ceder lugar para que "otros compañeros se empoderen".
Sin embargo, para los especialistas, la causa subyacente es clara: al igual que en el caso del expresidente Mauricio Macri (2015-2019), quien también desistió de competir, el escaso apoyo popular tornaba improbable una victoria electoral.
"Esta decisión no sorprende", afirma a Sputnik Lucas Romero, analista político titular de la consultora Synopsis. "Tres causas explican el anuncio: la falta de fortaleza electoral, porque venía con muy poco respaldo popular; la falta de fortaleza política, al no recoger el apoyo de la mayoría de los miembros de la coalición; y los resultados de la gestión, que impulsaron una demanda de cambio incluso entre los propios votantes del Gobierno", detalla.
"Por el panorama económico y político era previsible que Fernández desistiera de la reelección, pero venía postergando el anuncio para retener algo del poder en el armado electoral del oficialismo", explica el consultor.
El politólogo Julio Burdman inscribe la decisión del mandatario dentro del clima de excepcionalidades que marcaron a su gestión: "El renunciamiento es un dato fuerte que no forma parte de la cultura política argentina, muy presidencialista. Sin embargo, Alberto siempre dijo que el suyo era un Gobierno excepcional por la pandemia y la guerra: era una forma de decir que esta historia iba a ser diferente, y el anuncio es prueba de ello", responde consultado por Sputnik.
Agitar el avispero
Sin lugar a dudas, toda la atención queda depositada en el Frente de Todos, que deberá reacomodarse internamente para lograr consensuar a los candidatos propios de cara a los comicios.
Si bien el único actor de peso del oficialismo que había manifestado abiertamente su intención de competir era el embajador en Brasil, Daniel Scioli —excandidato presidencial del 2015, cuando perdió el balotaje con Macri—, nadie descarta la posibilidad de una competencia interna en las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO).
Según Romero, "esto quita al Gobierno un obstáculo que impedía la construcción de un acuerdo, que era tener que competir con el propio presidente. Habrá que ver si el oficialismo se inclina a ir a una primaria o, lo que es menos probable, si opta por un único nombre de consenso".
Bajo la perspectiva del analista, atendiendo el decreciente apoyo popular manifestado en los resultados de las legislativas del 2021, lo más conveniente sería abrir la competencia interna para atraer a la mayor cantidad de electores posibles: "Al oficialismo le convendría multiplicar su oferta para poder atrapar una mayor cantidad de votos".
La lectura no es unánime. A la luz de la abierta disputa entre el sector referenciado en la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y el espacio que responde al mandatario, Burdman considera que lo primordial es preservar la identidad del Frente:
"Creo que el oficialismo tiene que tener un candidato. Si el presidente no lo es, rápidamente debe aparecer otro que refleje la unidad del espacio. Es una cuestión central para no quedar afectado por las diferencias internas".
Tras anunciar su abstención de participar en los comicios —después de la condena judicial recibida por un caso de corrupción denominado causa Vialidad—, Cristina Fernández de Kirchner aún ostenta el mayor peso en el armado gobernante, aun mostrando sus públicas críticas a diversos aspectos de la gestión.
Puesta a escoger a un sucesor, las dudas orbitan en torno al grado de cercanía que buscará tener la vicepresidenta con el candidato promovido. Según Romero, "Cristina no va a poner un candidato propio porque el riesgo de exponerse a un resultado electoral adverso es importante. Creo que va a apoyar a alguien del espacio, pero que no responda a ella".
Puesta a escoger a un sucesor, las dudas orbitan en torno al grado de cercanía que buscará tener la vicepresidenta con el candidato promovido. Según Romero, "Cristina no va a poner un candidato propio porque el riesgo de exponerse a un resultado electoral adverso es importante. Creo que va a apoyar a alguien del espacio, pero que no responda a ella".
3 de abril 2023, 22:02 GMT
Consultado acerca de quiénes tienen mayores probabilidades de representar al oficialismo en los comicios, el consultor menciona al citado Scioli y a Agustín Rossi, el jefe de Gabinete del Gobierno, quien reúne respaldo de las distintas tribus del Frente. "Rossi y Scioli son dos candidatos a disposición de Fernández. Corrido de la carrera presidencial, Alberto va a querer jugar con los propios", apunta.
"Resta conocer la definición del ministro de Economía, Sergio Massa, quien va a tomar la decisión de postularse o no cerca de la fecha de oficialización de las candidaturas. Hoy Massa está enfocado en descartar los escenarios disruptivos económicamente para luego, de prosperar, pensar en una potencial candidatura", afirma Romero.
El grado de incertidumbre en la alianza gobernante parece haber escalado al punto que ninguna alternativa es del todo descartable: "Con un Gobierno tan desorientado en su armado pueden aparecer muchos nombres potencialmente atractivos", dice Burdman.
Desde la tribuna
Quienes asisten al arduo debate oficialista son los opositores. Por un lado, los nucleados en la alianza de Juntos por el Cambio —la que llevó a Macri a la presidencia—, principalmente Horacio Rodríguez Larreta (jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) y Patricia Bullrich (exministra de Seguridad). Por el otro, el excéntrico economista libertario Javier Milei, fundador de La Libertad Avanza.
De acuerdo con Romero, en estos tres nombres descansa la posibilidad de un cambio de signo político tras los comicios: "Ellos son los tres protagonistas excluyentes de la disputa opositora, porque el resto tarde o temprano se va a bajar. Además, de esos quedarán dos: Bullrich o Larreta, al competir en el espacio, van a enfrentarse antes en las primarias, por lo que solo uno seguirá en carrera".
Según Burdman, el anuncio del presidente no tiene incidencia alguna en la coalición que gobernó con Macri. "Para Juntos por el Cambio el dato clave era si Cristina sería o no candidata porque es el elemento aglutinante de una alianza heterogénea. Una vez que ella no es candidata, el resto del armado del Frente de Todos no le importa: lo ve como un tema secundario", sostiene.
Mar de fondo
El fenómeno que subyace a los renunciamientos sucesivos de Cristina Fernández, Mauricio Macri y ahora Alberto Fernández remite a la crisis de representación política, canalizada en el crecimiento de figuras rupturistas como el mencionado Milei.
El escenario responde a un contexto más general, que haya réplicas a nivel continental. "Todos los países de Latinoamérica atraviesan situaciones así", dice Burdman.
El investigador considera que "el proceso que vemos responde a la necesidad de resguardarse ante el crecimiento de la antipolítica en la sociedad: para eso buscan un candidato fuerte de unidad. La política, desafiada desde afuera, intenta acomodarse para representar a los votantes"
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