"Las ecuaciones son simples: a más carbón, mayor contaminación atmosférica. Sin embargo, recordemos que no estamos hablando de cualquier combustible. El carbón contamina mucho más que el gas y es considerada la energía fósil más contaminante porque, cuando se oxida, produce hollín y desprende muchísimas otras partículas nocivas para el medio ambiente y para la salud", explica a Sputnik Alejandra Alvarado Zink, bióloga y jefa de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"En lugar de un renacimiento masivo en renovables, estamos experimentando un retroceso masivo a los fósiles. Alemania es uno de los países que está impulsando este retroceso a los fósiles a través de nuestra política interior y nuestra política exterior", acusó Luisa Neubauer, activista del movimiento ambientalista Fridays for Future (FFF), durante una serie de protestas afuera de la reunión de los líderes del G7.
"Los países industrializados, muchos de ellos pertenecientes a la Unión Europea, son los grandes responsables de la crisis climática. Estas economías son las responsables históricas de la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que actualmente nos tienen al borde de un colapso ambiental", observa en entrevista con Sputnik Pablo Ramírez, especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace.
Promesas no cumplidas
"En Europa están conscientes de los problemas climáticos que conlleva el carbón. Durante mucho tiempo fue el combustible fósil más utilizado del mundo y ya conocemos las consecuencias porque las estamos pagando ahora", alerta Alvarado Zink, quien además cuenta con una maestría en ciencias por la Universidad de Nuevo México, en Estados Unidos.
"Si la Unión Europea comienza a quemar más carbón, sería un revés a los esfuerzos globales para poder alcanzar la meta de los 1,5 grados. El carbón es un combustible tremendamente sucio debido a su combustión directa, pero también por toda la cadena del ciclo de vida de este combustible, desde su minería, su procesamiento y su transportación", alerta Pablo Ramírez, de Greenpeace.