No llegan a este número 17,2 millones de personas que se encuentran bajo el umbral de la pobreza, en un territorio con 46,2 millones de habitantes. Lo señaló la semana pasada el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC): la pobreza alcanzó al 37,3% de la población en la segunda mitad de 2021. En la indigencia subsiste el 8,2%.
Pobreza e indigencia disminuyeron respecto al primer semestre de 2021 y también en relación a hace un año, cuando la primera afectaba al 42% de la población y la segunda al 10,5%.
Fue así que salieron de la pobreza 920.400 personas respecto al semestre anterior y casi 1,2 millones de personas respecto a un año atrás, según el Ministerio de Economía.
Pueden considerarse positivos los datos oficiales, al constatar una caída significativa de la pobreza y representar así los mejores guarismos desde el inicio de la pandemia. Así lo considera Leo Tornarolli, economista del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas), institución especializada en investigaciones académicas.
"Si lo miramos con una perspectiva un poco más amplia, es una noticia positiva en un contexto difícil: los niveles de pobreza en Argentina siguen siendo muy altos, tanto en términos absolutos como en términos relativos a nuestro pasado", explicó Tornarolli.
El docente en Política Económica de la Universidad Nacional de La Plata calibró que durante la pandemia, tanto pobreza como indigencia aumentaron durante la cuarentena más estricta, ante las medidas no sanitarias adoptadas para reducir los contagios. El cierre de la economía fue más duro con "aquellos que se ganan el sustento día a día", ponderó.
La principal herramienta que adoptó el Gobierno para mitigar esa situación de vulnerabilidad fue el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que se entregó a trabajadores informales e independientes con ingresos más bajos.
Esta política "ayudó pero que no fue suficiente para compensar la pérdida de ingresos laborales, por lo que la pobreza aumentó durante la pandemia", evaluó Tornarolli. "Cuando la actividad comenzó a recuperarse, hacia finales de 2020, hubo una aceleración inflacionaria, en parte motorizada por la emisión para cubrir el déficit que supusieron las políticas de asistencia implementadas".
Con trabajo pero pobre
La inflación, que en 2021 fue del 50,9%, se apresuró aún más en el transcurso de este 2022. El encarecimiento de precios y servicios en los últimos dos años ha sido mayor al alza de ingresos que hubo para compensarlo, sobre todo para los que no escapan de la economía informal.
Así se presenta la paradoja de que aunque la desocupación llegó a su menor nivel desde 2016, con un 7% de desempleo entre la población económicamente activa, "los ingresos que reciben los trabajadores son todavía menores en términos reales a los que recibían antes dela pandemia".
El deterioro en las condiciones de vida de la población argentina se gesta al menos desde 2011, año en que Argentina deja de crecer y la pobreza se estanca.
29 de marzo 2022, 21:02 GMT
Después de varios años de crecimiento, se perdieron varios de balances que explicaron el buen desempeño anterior (el fiscal, el externo, el energético) y la economía entró en un espiral de desequilibrios macroeconómicos que hicieron que la economía cayera en años pares y mejore en años impares (y eleccionarios)", contextualizó Tornarolli.
Esta dinámica se quebró en 2018, cuando los desequilibrios provocaron una crisis cambiaria que se repitió en 2019. Tras la pandemia en 2020 y 2021, los desajustes en 2022 se tradujeron en más inflación.
Si se compara la situación de Argentina con la de otros países de la región, se vislumbra que ninguno tuvo un desempeño espectacular, "pero al menos no sufrieron la inestabilidad de Argentina y ello les permitió dar varios pasos en la lucha contra la pobreza", convino el investigador.
Uruguay sirve de ejemplo. "Si Argentina hubiera tenido un crecimiento similar al uruguayo desde 2011, hoy la pobreza sería unos 10/12 puntos más baja de lo que es", señaló.
Así caen en la pobreza personas en cuyas familias al menos uno o dos miembros tienen empleo, incluso registrado. "Son hogares que están un poco mejor en términos de calidad de la vivienda y servicios de infraestructura, pero a los que la inflación les fue comiendo poder adquisitivo y los dejó en una situación en la que tienen que recortar muchos gastos que antes podían cubrir y ahora no", explicó el economista.
La pobreza estructural, que afecta a aquellos hogares que necesitan asistencia aun cuando durante varios años seguidos la economía haya crecido y se hayan generado empleos, afectaba hace unos lustros al 10-12% de la población, pero con los años de deterioro acumulados, ese porcentaje ronda el 15-18%, ponderó Tornarolli.
Con una economía tan impredecible como la argentina, es difícil hacer proyecciones a futuro, pero el economista estimó que en el primer trimestre e este 2022 se habrá retrocedido una parte de la recuperación constatada hasta ahora.
"La situación local, agravada por la situación mundial, hace pensar que la inflación va a seguir en niveles elevados los próximos meses, por lo que las perspectivas para el próximo dato de pobreza no son muy positivas", advirtió respecto al número que se conocerá en septiembre.
Con un empleo ya recuperado a los niveles prepandemia, la tasa de pobreza se reducirá solo si mejoran los salarios reales, "lo que es casi imposible de alcanzar en contextos de inflación tan elevada", advirtió Tornarolli.
La economía argentina creció 10,3% en 2021 después de tres años y medio de recesión.
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