Jean-Luc Mélenchon, es el mejor situado entre los seis: Yannick Jadot (Ecologista), Fabien Roussel (Partido Comunista) Anne Hidalgo (Partido Socialista), Nathalie Artaud (Lucha obrera) y Philippe Poutou (Nuevo Partido Anticapitalista).
Mélenchon sueña también con repetir —como en 2017— la subida fulgurante en los sondeos en el sprint final de la campaña. Del 10% a tres semanas de la cita en las urnas, un 17% o 18% que le situaría esta vez con posibilidades de clasificación. Esa cifra, que en otros años sería baja, podría ser ahora suficiente, debido a la competencia entre los tres partidos de derecha.
Hasta el momento, Marine Le Pen y Eric Zemmour —los candidatos considerados de extrema derecha— siguen por encima de Mélenchon que, sin embargo y por primera vez, en alguna consulta de opinión ya sobrepasa a Valérie Pécresse, la representante del conservador partido Los Republicanos.
Contra la OTAN y la actual UE
En sus apelaciones al "voto útil", el jefe de LFI solo ha obtenido el apoyo de la exsocialista Ségolène Royal, finalista y perdedora frente a Nicolas Sarkozy en las presidenciales de 2007. Las profundas diferencias entre los partidos de izquierda y las elecciones generales que se disputarán en el mes de junio obligan a una guerra fratricida entre los distintos candidatos.
Yannick Jadot, aspirante de Europa Ecología Los Verdes, ha aprovechado el conflicto en Ucrania para acusar a Mélenchon de "complacencia" con el gobierno ruso. Mélenchon propugna la salida de Francia del Comando Integrado de la OTAN. A diferencia de Mélenchon, Jadot es un eurófilo convencido. Mélenchon propone una revisión de los tratados europeos y, para mayor enfado del ecologista, ha reverdecido su programa electoral.
Izquierda cultural vs izquierda social
El comunista Fabien Roussel no quiere apartarse de la carrera presidencial en favor de Mélenchon, como ya hiciera su partido en 2017. A diferencia de LFI, el PCF defiende la energía nuclear y quiere recuperar el voto obrero que Mélenchon ha dejado escapar hacia Marine Le pen.
El giro "progresista" de Mélenchon, su apoyo al comunitarismo, al "decolonialismo", al indigenismo y su cercanía con organizaciones musulmanas sospechosas de islamismo, le han alejado de las clases menos favorecidas, preocupadas por su escaso poder adquisitivo y golpeadas en sus barrios por una criminalidad y violencia en alza. A diferencia de Mélenchon, el jefe de los comunistas apoya la labor de la policía y acude a las manifestaciones convocadas por los sindicatos de las fuerzas del orden.
Las divergencias de Mélenchon con su antiguo partido son también insalvables. Anne Hidalgo la candidata del PSF, se arrastra en los abismos de los sondeos, pero aun así, los socialistas no parecen muy dispuestos a la reconciliación con quien no ha parado de criticarles y burlarse de ellos desde su divorcio. El programa socialdemócrata es mucho más moderado en cuestiones económicas y sociales que el propuesto por LFI. Partidario del mantenimiento en la OTAN y de un reforzamiento de la UE hacia el federalismo, el Partido Socialista reprocha también a Mélenchon su abandono del laicismo y del universalismo.
Promesas dispendiosas
Jubilación a los 60 años, 32 horas de trabajo semanal, sueldo mínimo de 1.400 euros netos, indemnización del desempleo desde el primer día, restablecimiento del impuesto para las grandes fortunas, 30% de aumento salarial para los profesores, medio millón de plazas en guarderías…Las promesas de Mélenchon atraen a medida que la crisis económica se acentúa, pero los franceses son conscientes de que ese programa es solo posible con un aumento brutal de los impuestos y un endeudamiento público eterno, algo que ya sufren desde hace décadas.
Antiguo trotskista, exmiembro del Partido Socialista, con el que fue elegido desde circunscripciones locales hasta el Senado, exministro del socialista Lionel Jospin, Jean-Luc Mélenchon, 71 años, juega su última baza para instalarse en el palacio del Elíseo.
El entorno del presidente Macron prefiere un cara a cara con Mélenchon en la segunda vuelta, antes que repetir final con Marine Le Pen. Según los sondeos, el presidente tendría más fácil su victoria ante el candidato de la izquierda, cuyas propuestas asustan a la clase media, emprendedores y empresarios, sin conseguir recuperar el voto obrero refugiado en el partido de Le Pen. Muchos votantes de la izquierda, especialmente socialistas y verdes, aseguran que no le apoyarían contra el actual presidente.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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