Las incógnitas de las elecciones
Los posibles resultados de las elecciones del jefe del Estado, que se celebrarán el próximo 24 de enero, no dejan de ser una gran incógnita en Italia.
En Italia el presidente es elegido en una sesión común de ambas Cámaras del Parlamento y tres representantes de cada región. En total serían 1.009 "grandes electores", pero hasta ahora ni siquiera se sabe cuántos de ellos podrán participar en la votación: algunos están enfermos de COVID-19 y no pueden entrar en el aula.
Se propuso organizar para ellos un "hotel COVID" o permitirles llegar en coche al aparcamiento del Parlamento, votar y volver a casa enseguida, pero hasta el momento ninguna de las opciones ha sido aprobada.
Sin embargo, el problema principal son los candidatos oficiales o, mejor dicho, su ausencia. El actual presidente Sergio Mattarella declaró reiteradamente que el segundo mandato no le interesa, mientras el primer ministro Mario Draghi aún no se ha pronunciado claramente sobre si prefiere conservar su cargo de ahora o trasladarse del Palacio Chigi, que es la sede del Gobierno, al Palacio del Quirinal, la residencia del presidente.
Berlusconi no se decide
En estas condiciones la candidatura más debatida en las últimas semanas es la de Silvio Berlusconi. Ya el pasado junio el magnate mediático y exprimer ministro dejó claras sus ambiciones presidenciales y en los meses siguientes trató de asegurarse el consenso de sus principales aliados de la coalición de centroderecha, la Liga de Matteo Salvini y Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni.
A mediados de enero podía contar con un total de 451 votos, una cifra inferior no solo a los dos tercios de los votantes en la Asamblea que elige al presidente en los primeros tres turnos, sino también a la mayoría absoluta (505 votos) necesarios para ganar en el cuarto turno.
El Partido Democrático (PD, centroizquieda) y el Movimiento 5 Estrellas (populistas de izquierda), que controlan a 415 electores, se negaron rotundamente a apoyar a Berlusconi, el cual tampoco supo conquistarse las simpatías del partido Italia Viva que en 2019 se escindió del PD y ahora tiene 44 diputados y senadores.
Ni siquiera Salvini y Meloni parecen completamente seguros de que Berlusconi sea la mejor opción. Esta semana Salvini prometió que su partido propondría a un candidato que "podría ser convincente para muchos, si no para todos". A su vez, Meloni confirmó que su partido apoya al magnate, pero, si este se negara a presentarse, Fratelli d'Italia "está dispuesto a formular sus propuestas".
A Berlusconi tampoco le consuelan los sondeos de la opinión pública. Según la última encuesta de la agencia sociológica Ipsos, el 72% de los italianos no lo quieren ver en el Quirinal.
¿Otros candidatos?
Sin embargo, si frente a todos estos factores negativos Berlusconi se abstiene de presentar oficialmente su candidatura, la confusión no hará más que crecer.
Las perspectivas presidenciales de Mario Draghi son ambiguas. Por una parte, no cabe duda de que obtendría el consenso necesario. Por otra, su dimisión del cargo de primer ministro, inevitable en el caso de su elección, produciría una nueva crisis del Gobierno, que crearía el riesgo de elecciones parlamentarias anticipadas: una opción que no conviene a ninguna fuerza política.
Entre los demás nombres que se barajan en los medios italianos los más creíbles son dos: el de la ministra de Justicia Maria Cartabia y el del expresidente de la Cámara Baja Pier Ferdinando Casini. Además de ser figuras institucionales, no están vinculados directamente a ningún partido y, por lo tanto, podrían ser votados tanto por la izquierda, como por la derecha.
Sin embargo, de momento se trata solo de conjeturas. Sin candidatos oficiales y con muchas intrigas y luchas de poder ocultas, el teatro político italiano se prepara a regalar a los ciudadanos un nuevo espectáculo… o más bien, toda una nueva serie que seguramente tendrá más de un episodio.