Que lo de Brahim Ghali era la excusa perfecta para que Marruecos azuzase el conflicto eterno (sin resolver) sobre la autodeterminación del Sahara Occidental, era algo que muchas voces expertas sobre el tema sospechaban y venían alertando de ello desde las primeras imágenes de los migrantes entrando en la playa del Tarajal. España contemplaba aturdida la escena inédita sin entender cómo estaba pasándole aquella desgracia diplomática, por extraña e inverosímil que pueda parecer esa falta de previsión y trabajo político.
Pero el reciente (y contundente) comunicado del Ministerio de Exteriores marroquí ha corroborado lo que hasta el momento parecían solo conjeturas. El problema de fondo no es el jefe del Frente Polisario y su presencia en un hospital de Logroño. El problema es el Sahara Occidental, el posicionamiento de Marruecos sobre este territorio que reclama como propio y la presión que el reino alauí ejerce de una manera cada vez más fuerte para que España se posicione en su favor. Cosa, que por el momento no va a pasar. Así lo ha dicho por activa y por pasiva durante las últimas semanas la ministra de Asuntos Exteriores española, Arancha González Laya.
El titular de esta cartera del país vecino, Nasser Bourita, habló sin tapujos de "grave crisis" entre Madrid y Rabat; y señaló que el conflicto terminará cuando "España aclare sin ambigüedades sus elecciones, sus decisiones y sus posiciones" en relación al Sahara.
Y para presionar de una manera poco diplomática pero premeditadamente estratégica, desde el que mira por encima del hombro sabiéndose apoyado por EEUU (Donald Trump reconoció la soberanía marroquí sobre este territorio en diciembre de 2020 y la nueva administración Biden no ha reculado al respecto. Más bien al contrario), Marruecos apela al conflicto catalán para una comparativa que tal y como explica a Sputnik el profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Málaga, Augusto Pansard, "es como comparar un huevo con una castaña. No tienen absolutamente nada que ver".
"No podemos luchar contra el separatismo en casa y fomentarlo en casa del vecino", decía el comunicado marroquí.
Pero, ¿por qué el Sahara no es Cataluña y Marruecos no es España? En Sputnik lo analizamos y damos respuesta a esta pregunta con los libros de historia en la mano y entrevistas a varios analistas expertos en el tema.
El Sahara no es Cataluña, ni mucho menos
El abogado y profesor Augusto Pansard desarrolla su respuesta gráfica apelando a la historia: "Para las Naciones Unidas, el Sahara es un territorio que está pendiente de ejercer su derecho a la autodeterminación. España colonizó este territorio con su anexión en 1958 y lo abandonó con su espantada tras la Marcha Verde en 1976. Nada de esto ha pasado en Cataluña, que nunca ha sido un territorio colonial", explica.
Pansard se refiere a la Resolución número 2711 del 14 de diciembre de 1970 de la Asamblea General de la ONU, que acordó reafirmar "el derecho inalienable del pueblo del Sáhara a la libre determinación", y también a la 1514 del 14 de diciembre de 1960, que proclama la necesidad de “poner fin rápido e incondicionalmente al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones" y declara que "todos los pueblos tienen el derecho a la libre determinación".
Al mismo tiempo, numerosas sentencias más recientes de diferentes tribunales internacionales han dado la razón al pueblo saharaui. Por ejemplo, la del Tribunal de Justicia de la UE del 21 de diciembre de 2016 o la del 27 de febrero de 2018, que reconocen que el territorio es suyo y no de Marruecos.
La presión internacional llevó al gobierno franquista a comenzar a preparar un referéndum de autodeterminación para el Sahara en 1974, pero el rey de Marruecos en aquel momento, Hassan II, decidió anticiparse a los hechos y con el apoyo de EEUU y Francia organizó la famosa Marcha Verde para invadir "pacíficamente" el territorio saharaui. Lo que pasó después fue una de las mayores vergüenzas no resueltas de España. Su Ejército se retiró ante el avance marroquí dejando el pastel sin resolver hasta el día de hoy, con terribles consecuencias a nivel humanitario para el pueblo saharaui, agravadas con el paso de las décadas.
Gran parte de la población permanece refugiada en el desierto argelino en campamentos improvisados desde 1976. Viven en jaimas, casas de adobe, sin servicios básicos y en condiciones climáticas extremas.
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23 de diciembre 2020, 10:17 GMT
La rendición firme se materializó el 14 de noviembre de 1975, seis días antes de la muerte del dictador, con el Acuerdo Tripartito de Madrid, entregando el territorio en disputa a Marruecos y Mauritania. La ONU no reconoció (y no reconoce) este acuerdo y el Sahara Occidental sigue figurando en su lista como el único territorio español pendiente de descolonizar.
"Lo primero que pienso (sobre el comunicado del Ministerio de Exteriores marroquí) si se lo escucho a cualquier ciudadano es que es pura ignorancia y desconocimiento de las cuestiones jurídicas", explica a este medio Carolina Jiménez, profesora de Derecho Internacional y con una tesis de estudio sobre el Sahara.
"Pero si lo dice el ministro de Marruecos, sé que no es ignorancia sino tergiversación de los hechos y manipulación del discurso, que es lo que hace Marruecos constantemente con el Sahara".
"España firmó un acuerdo ilegal en 1975. Tenía una serie de obligaciones como metrópoli que no cumplió. Es una situación que no tiene nada que ver con Cataluña", continúa la experta.
"Cataluña no sufre una colonización sino una falta de entendimiento con la forma de estado que tiene España, pero en ningún caso tiene un proceso de descolonización inacabado ni una población viviendo en condiciones infrahumanas, bajo un régimen de torturas y desapariciones. El derecho internacional es muy claro cuando pone un límite al derecho de autodeterminación y dice que solo tienen ese derecho los pueblos que fueron colonias".
El caso del Sahara Occidental es único en el mundo, y no podría compararse, ni siquiera, por ejemplo, con el caso palestino y la ocupación Israelí, a pesar de las similitudes sobre todo en lo que a violación de derechos humanos contra su pueblo se refiere. El estado de Israel fue reconocido ipso facto por la ONU nada más crearse (de hecho fue creado por la ONU en 1948 como compensación a los crímenes del holocausto).
En el caso del Sahara un estado ocupa parte de otro estado y la metrópoli se desentiende. "Solo España ha cometido esta negligencia tan grande con respecto a un proceso descolonizador", sostiene Jiménez. "Igualar el Sahara con el Estatuto de Palestina en la ONU ya sería un avance", añade.
Marruecos y los independentistas catalanes, amigos desde siempre
Desde que el auge del soberanismo catalán comenzó a cobrar fuerza, Marruecos movió ficha. Rabat colocó a Noureddine Zianni (agente secreto del país magrebí según el CNI), al frente de la Fundació Nous Catalans y de la Unión de Centros Culturales Islámicos de Catalunya, que públicamente defendía la independencia catalana y la ocupación militar marroquí sobre el Sahara.
Finalmente, en mayo de 2013, Zianni fue expulsado a Marruecos por parte de Interior acusado de promover el salafismo radical, y el Govern puso el grito en el cielo.
Por cierto, que el Parlamento de Cataluña votó en contra del reconocimiento al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui en una sesión del 10 de julio de 2014.
El conflicto eterno se recrudece: ¿y ahora qué va a pasar?
En las disputas políticas y diplomáticas entre países con tanta historia en común y con fronteras compartidas, siempre hay mucho más de lo que parece. Para empezar, la enorme franja de desierto en manos del Frente Polisario aportaría a Marruecos una riqueza mineral que este Gobierno no quiere perder.
Además, el rey Mohamed VI lleva desde diciembre con un subidón de adrenalina, desde que Donald Trump se atreviera a reconocer su soberanía sobre el territorio saharaui. Ningún otro gobernante lo había dicho tan claro, así que, ahora, Marruecos, está imparable, y el reciente conflicto provocado en Ceuta, utilizando a sus ciudadanos como arma arrojadiza para crear un conflicto migratorio, diplomático y humanitario con España, lo demuestra con creces.
Lejos queda ya el famoso Plan Baker de 1991, mediante el cual, el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, y el enviado especial de EEUU, James Baker, a la zona, reconocían el derecho de autodeterminación de los saharauis y aceptaron un referéndum en el territorio.
Ahora, con el apoyo de EEUU, Marruecos se convierte (todavía más) en una piedra en el zapato de España que no quiere salir, y es Marruecos el que controla el discurso con respecto al conflicto porque de su régimen depende mantener el control de la frontera sur de Europa.
Sin embargo, para ninguno de los analistas consultados por Sputnik, veremos un cambio de posicionamiento de España y del resto de países de la UE (salvo de Francia, aliado tradicional del reino alauí) respecto a Marruecos y el Sahara Occidental, a pesar de sus argumentos más o menos ambiguos dependiendo del caso. Si España cambia su posición se alejaría de las Naciones Unidas y tendría que elegir entre la razón de Estado y la legalidad internacional.
"Lo que no vale en ningún caso es la equidistancia, porque hay una parte que tiene el derecho de su parte y otra que lo está violando sistemáticamente", sostiene la profesora de Derecho Internacional Carolina Jiménez.
Ahora, Brahim Ghali ya no está en España y Mohamed VI ha entrado por primera vez en escena con "altísimas instrucciones" para que "se resuelva definitivamente la cuestión de los menores marroquíes no acompañados" que se encuentran en algunos países europeos.
¿Qué significan estas declaraciones? ¿Bandera blanca a la vista?
"Mohamed VI aparece como un pacificador, dejando el papel de mala implacable a la embajadora de Marruecos en España durante la crisis", sostiene el abogado Augusto Pansard. "España y Marruecos siempre han tenido una relación más fluida a nivel de monarquía que a nivel de diplomacia", añade.
Entre los de sangre azul se entienden. El resto, al tablero de Risk.