"A más de dos meses del impacto de los poderosos huracanes Eta e Iota, 1,5 millones de niños siguen expuestos a enfermedades mortales en Centroamérica por la contaminación de los sistemas de agua, pozos y drenajes", informó la Unicef en un comunicado.
Jean Gough, directora regional de Unicef para América Latina y el Caribe, constató la dura realidad durante un recorrido de 10 días por las áreas afectadas en Honduras y Guatemala, donde muchas comunidades quedaron sepultadas por los deslaves e inundaciones.
"Me dolió que muchas casas y escuelas aún siguen enterradas bajo arena o cubiertas por el lodo en las comunidades afectadas", dijo Gough, quien señaló el elevado riesgo de sufrir diarreas y otras infecciones derivadas del consumo de agua contaminada.
La funcionaria alertó que la falta de acciones urgentes incrementará en la niñez los casos de malnutrición, abandono escolar y pobreza en los territorios afectados, donde más de 1.000 escuelas quedaron parcialmente dañadas o totalmente destruidas.
"Me preocupa que muchos padres perdieron su trabajo por la pandemia, y luego perdieron sus pertenencias, casas y cultivos por los huracanes: sus hijos han quedado con poca comida, escasa agua potable y sin dinero para sobrevivir", acotó Gough.
Agregó que equipos de la Unicef trabajan en el terreno con gobiernos locales y aliados para responder a las principales urgencias de la infancia, aunque hasta la fecha solo ha recibido un 30% de los fondos solicitados para enfrentar la emergencia.