El proyecto pretende transformar Repsol en una compañía de producción de energía limpia al tiempo que mantenerla como una empresa atractiva para sus accionistas. Es decir, se busca una sostenibilidad tanto ecológica como bursátil.
El contexto macroeconómico en el que el Plan Estratégico habrá de discurrir se plantea con un escenario de mercado de 50 dólares por barril de Brent y 2,5 dólares/Mbtu de gas Henry Hub. Con estos precios, Repsol estima que su nivel de deuda para 2025 será similar al de 2020, con lo que se asegurará la flexibilidad financiera.
Si el escenario presentase precios más altos, los proyectos de crecimiento bajos en carbono incluidos en su cartera de activos, se acelerarán. La fortaleza financiera se potenciará durante los dos primeros años mediante programas de eficiencia y competitividad.
Un estrategia de dos fases
La compañía ha establecido dos períodos en su Plan Estratégico. Durante el primero se dará prioridad a la optimización del capital, las medidas de eficiencia y la reducción de inversiones sin menoscabo del desarrollo de proyectos de transición energética, como los de las refinerías de Bilbao y Cartagena o los de energías renovables.
"Con este nuevo Plan Estratégico, basado en nuestras fortalezas, damos un paso significativo hacia el objetivo de ser una compañía cero emisiones netas, siguiendo una ruta rentable y realista, con la que podremos crecer, maximizando el valor para nuestros accionistas y asegurando el futuro", ha declarado Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, en un comunicado corporativo.
El jefe de la compañía se muestra convencido de la validez de la apuesta: "Seremos más eficientes, incrementaremos nuestros objetivos de generación renovable, aumentaremos nuestra producción de productos de baja, neutra o incluso huella de carbono negativa, impulsaremos la economía circular, desarrollaremos nuevas soluciones energéticas para los clientes e impulsaremos proyectos punteros que reduzcan la huella de carbono de la industria”.
El nuevo modelo operativo
El modelo se habilitará mediante la evolución del negocio, que se organizará en cuatro áreas: Upstream, Industrial, Cliente y Generación baja en emisiones, que estarán apoyadas por divisiones corporativas y de servicio más eficientes.
Por Upstream se entiende la división de Exploración y Producción, enfocada a áreas geográficas clave. Ahí es donde Repsol piensa reducir las emisiones de su cartera de activos. Y lo hará mediante proyectos de ciclo corto y capital limitado. La producción media de crudo se situará en unos 650.000 barriles durante la vigencia del plan y en 14 países. De mantenerse los precios, esta división podría arrojar un resultado de 4.500 millones de caja libre entre 2021 y 2025, cinco veces más que entre 2016 y 2020.
En cuanto al precio de las acciones, la remuneración de los accionistas se satisfará tanto en efectivo como con recompra de acciones. El pago podrá crecer de 0,60 hasta 0,75 euros por acción durante la vigencia del plan, y en 2025 podría superar 1 euro por acción con la recompra de las mismas.