Dicen y Diremos

Suicidios políticos

En esta edición de nuestro programa hablaremos de suicidios políticos. Y es que ha habido varios intentos esta semana, a juzgar por los medios internacionales.
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Para empezar les ofrecemos el caso del jefe de Contrainteligencia de Estados Unidos, Bill Evanina. En una entrevista a NBC News acusó a China y Rusia de crear obstáculos a los científicos estadounidenses que están trabajando sobre vacunas contra el COVID-19. Más aún, auguró que Rusia, China e Irán harán todo para que la vacuna estadounidense no llegue a los mercados internacionales cuando por fin aparece.

Hay que decir que los medios internacionales no hicieron gran eco a las declaraciones del alto funcionario estadounidense. Sin embargo, en Rusia sí que tuvieron bastante éxito y reacciones. Por ejemplo, el columnista del diario moscovita "Komsomolskaia Pravda", Víctor Baranets, escribió una pieza de opinión para analizar las acusaciones y las previsiones del Sr. Evanina respecto a la vacuna.

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"Como entenderán la Casa Blanca no deja que idiotas ocupen semejantes posiciones de gran importancia", escribe Baranets. "Pero empiezo a dudarlo a partir de ahora", continúa el columnista ruso citando las declaraciones del jefe de Contrainteligencia de Estados Unidos y se pegunta por qué no ofrece ninguna prueba para fundamentar unas acusaciones tan serias. ¿A lo mejor es porque sabe que su misión no es demostrar, sino saltar la noticia?

Estoy de acuerdo con el Sr. Baranets en que la pregunta clave es ¿cómo el jefe de la Contrainteligencia de Estados Unidos se imagina esta malintencionada injerencia rusa de la que está hablando? Es decir, la clave está en la forma en la que anuncia sus acusaciones. Si es verdad que la Casa Blanca no contrata idiotas para importantes posiciones, alguien en la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, debería preocuparse y valorar las palabras del Sr. Evanina para ver si un profesional de contrainteligencia de su nivel puede permitir semejantes entrevistas o no.

Pero por lo menos el Sr. Evanina tiene una excusa. Que no es un diplomático y que no ha pedido más sanciones contra Rusia a base de sus acusaciones poco fundamentadas. A diferencia de los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y Alemania que anunciaron que pedirán a la UE nuevas sanciones contra Rusia por el presunto envenenamiento del líder opositor Alexéi Navalni. 

El jefe de la diplomacia alemana, Heiko Maas, dijo ante el Bundestag que si Rusia no aclara los hechos, si no proporciona detalles, no habrá más remedio que castigar a los responsables del lado ruso. "Francia y Alemania pedirán más sanciones contra Rusia por el caso Navalni", titula a una de sus crónicas la edición en español de Euronews.

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Cuando un jefe de diplomacia dice en declaraciones oficiales (que no una entrevista cualquiera) que si un país no aclara algo será suficiente para introducir sanciones, parece increíble. Porque un jefe de diplomacia europeo debería conocer el concepto de la presunción de inocencia. 

Vuelvo a estar de acuerdo con el columnista del diario moscovita "Komsomolskaia Pravda" el Sr. Baranets en que la pregunta clave es ¿cómo el jefe de la diplomacia alemana se imagina la base jurídica de esas sanciones y cómo, además, pretende castigar a los culpables si por lo visto no hay culpables en este caso por el momento. En este sentido, me temo que el ministro alemán no tiene demasiadas fuentes fiables y confía en las indicaciones del propio opositor ruso Alexéi Navalni.

"Navalni reclama sanciones directas contra próximos a Putin", titula a una de sus crónicas la agencia EFE.

Hay aquí varias puntos que destacar. Parece increíble, pero de verdad Alexéi Navalni pretende dictar a Occidente a qué personas tienen que castigar en Rusia en represalia por su presunto envenenamiento. Y eso cuando no hay más que una versión sin prueba alguna de que el Kremlin está implicado.

Cuando Navalni intenta fundamentar la implicación del Kremlin comete como mínimo un error de lógica. Primero dice que el Kremlin está aterrorizado y acto seguido asegura que el Kremlin quiere intimidar a la gente en Rusia con su envenenamiento. Se pregunta entonces ¿quién está intimidado el Kremlin o la gente? 

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Y por último, esta entrevista parece un suicido político de Navalni porque dice nada menos que está seguro de vencer en unas elecciones "justas en Rusia si se celebraran mañana". La experiencia de la época postsoviética muestra que ningún político que en su lucha por el poder o por la justicia apele directamente a Occidente no tiene futuro en Rusia. Menos aun, cuando dice que ganaría las elecciones mañana. Se entiende que es más o menos la idea que tiene actualmente Occidente de la realidad rusa: que Navalni no es presidente de Rusia todavía por que las elecciones siempre han sido injustas.

Mientras tanto, a pesar de tantas preguntas que Occidente hace a Rusia para esclarecer el caso Navalni, en la realidad nadie quiere escuchar a la otra parte. Y es la tesis principal del Kremlin por el momento. "Rusia cuestiona informe de OPAQ por caso Navalni y pide pruebas", titula la edición en español de RT.

Me pregunto, cómo los políticos europeos pretenden aclarar los hechos y obtener detalles sobre el caso Navalni desde Moscú si en la realidad sin entrar en un diálogo con las autoridades rusas. Cuando digo un diálogo, me refiero a una comunicación en la que las partes escuchan y consideran los argumentos de cada uno. No es el caso, al parecer.

Mientras las potencias europeas ya están preparando posibles sanciones a instancias de Navalni, se encuentran cada vez más lejos de un diálogo con Rusia que piden para evitarlas. Igor Nikulin, ex miembro de la comisión para armas biológicas de la ONU, ofrece a RT una versión que explica porque Occidente hace oídos sordos a las explicaciones rusas.

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Las observaciones del experto parecen más que considerables. Si los líderes europeos realmente buscan un diálogo con Rusia para esclarecer el caso Navalni, por lo menos habría que contestar a semejantes tesis que defiende la parte rusa. Ignorarlas no vale para nada. Si los expertos rusos mienten, hay que demostrarlo y no es la misión que corresponde a los jefes de inteligencia y contrainteligencia o a los jefes de diplomacia. Y menos aun al propio Navalni que como hemos visto ya pretende dictar a Occidente la lista de los culpables. Parece que algunos líderes europeos están muy entusiasmados con esta idea y de verdad creen que Navalni ganaría unas "elecciones justas" en Rusia mañana. Pero la realidad es que ningún político que en su lucha por el poder o por la justicia ha apelado a Occidente no tiene futuro en Rusia. En este sentido los líderes europeos deberían darse cuenta de que participan en un suicido político.

 

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