Ahora, ese santuario de jaguares está siendo pasto de las llamas, y además del animal peligra la incipiente economía local que estaba floreciendo a su alrededor.
La reserva Encontro das Aguas, en el estado de Mato Grosso do Sul, alberga (o mejor dicho, albergaba), una de las mayores densidades de jaguares en libertad del mundo. Estudios de las autoridades locales calcularon que en ese y otros parques cercanos habría al menos ocho animales cada 100 kilómetros cuadrados.
Desde hace nueve años, esta organización mezcla proyectos de conservación y reintroducción de la especie con visitas turísticas para avistar al animal: "Antes aquí solo había ganadería y se veía al jaguar como una plaga. Ya no es así", asegura satisfecha.
El panorama cambió cuando se dio valor al potencial del animal. "A través del ecoturismo empezó a entrar dinero en la economía local. Ese escenario antiguo de hombres a caballo dominando el paisaje ha cambiado. Ahora sus esposas trabajan en la hostelería (…) es posible generar empleo y proteger la especie", dice.
Desde que empezaron los safaris como prácticamente una experiencia piloto hasta hoy, los visitantes de la hacienda donde se desarrolla el proyecto Onçafari aumentaron un 270%, y la gran mayoría (el 98%) se van a casa con el recuerdo de haber visto al animal en libertad, sin interferencias.
Tras los incendios de las últimas semanas, se quemó el 85% de la superficie del parque Encontro das Aguas, más de 92.000 hectáreas, según informó el Instituto Centro Vida (ICV). Es algo equivalente a cinco veces la ciudad de Buenos Aires.
Este parque es sólo la punta del iceberg, en total, el Pantanal perdió 2,3 millones de hectáreas, más del 15% de sus superficie, el peor desastre de su historia.
Las cenizas dieron paso a cientos de cadáveres carbonizados de tortugas, serpientes y perezosos.
El futuro de otros animales, como los jaguares, es una incógnita.
Las "onças pintadas", como se les llama en Brasil, reconquistarán el territorio a medida que la vegetación recupere su esplendor y atraiga al resto de fauna, algo que, si todo va bien, empezará a ocurrir en breve, con la temporada de lluvias que empieza en octubre. Pero hasta que el frágil equilibrio natural empiece a recuperarse el momento es crítico.
"Este año nuestra hacienda por suerte no se ha visto afectada por los incendios, pero el año pasado sí. Los jaguares se ven indirectamente afectados, como controladores del medio ambiente que son. Una de las acciones que hicimos fue cavar pequeñas represas de agua para que vuelvan los animales", dice la bióloga.