La capital noruega es consciente de las altas tasas de muerte por sobredosis que se han registrado en la ciudad año tras año. Por eso, hace un tiempo, las autoridades apostaron por, más que perseguir a los adictos a las sustancias, invitarlos a consumir en condiciones seguras y bajo supervisión.
En esa línea, Oslo creó las llamadas salas de inyección, donde los adictos podrían inyectarse heroína. Sin embargo, esta no deja de ser una práctica muy peligrosa, dado que, al entrar la sustancia en el torrente sanguíneo directamente, el usuario puede inyectarse de una vez más cantidad de la que su cuerpo puede asimilar y acabar sufriendo una sobredosis.
La explicación es muy sencilla. La enfermera especialista Christina Livgard trabaja en la nueva sala, donde recibe con su equipo médico a los usuarios que la visitan y donde los acompaña hasta que terminan, y dice que fumar heroína es más seguro que inyectarla.
"Te quedarás dormido antes de inhalar una sobredosis. Obviamente, no puedes seguir si te has quedado dormido", aclara la enfermera.
Durante un par de semanas ha estado probando la sala y ha ayudado con el conocimiento y la experiencia en la capacitación del personal, antes de que se inaugurara oficialmente el 31 de agosto, coincidiendo con el Día Internacional de Sensibilización sobre la Sobredosis.
"Aquí se te permite estar molesto. Puedes estar enfadado, frustrado. Puedes ser feliz. Puedes llegar a ser tú mismo. Y si necesitas un abrazo, entonces estás feliz de conseguirlo", comenta Calle, satisfecho con la experiencia.