"Es probable que el aumento del desempleo y la pobreza por la crisis (pandemia) pueda llevar a un incremento del consumo de drogas, así como a que más gente contemple el cultivo ilícito o el tráfico de drogas como opciones para subsistir", dijo el funcionario.
Rostan hizo la advertencia al participar en un foro regional online de la UNODC, sobre los problemas de COVID-19 y drogas, paralelo a la presentación del informe anual de ese organismo, en el día internacional contra las drogas ilícitas.
"Esto ocasionará que un número cada vez mayor de hogares vulnerables recurran a mecanismos de defensa negativos como los cultivos ilícitos y también es posible que exista una gran cantidad de mano de obra a merced de organizaciones criminales", señaló.
Anunció que, ante esta perspectiva, la UNODC y el sistema de Naciones Unidas en general consideran a la reactivación económica como un desafío global y regional prioritario.
Específicamente en la lucha contra el narcotráfico, apuntó, deben fortalecerse los programas de desarrollo integral o alternativo de las regiones productoras de coca.
Ese mismo año, la producción mundial de cocaína llegó a su nivel máximo, con 1.723 toneladas.
El representante dijo que en Bolivia los conflictos sociales de fines de 2019 y la actual pandemia de COVID-19 "no han afectado notablemente a los cultivos de la hoja de coca, especialmente, tomando en cuenta que el arbusto de coca crece y se cosecha durante todo el año".
La cadena de producción y comercialización de cocaína pudo haber sido afectada por la falta de precursores e insumos químicos, limitaciones de tránsito y disminución de comercio internacional, pero es previsible que el negocio del narcotráfico se reactive cuando concluyan los confinamientos, añadió Rostan.