La polémica desatada en Argentina en torno a la decisión del Gobierno de Alberto Fernández de intervenir en la agroexportadora Vicentin hizo que muchos ojos se posaran también en la multinacional Glencore, basada en Suiza y señalada como la empresa más grande dedicada al comercio de alimentos y commodities.
Glencore se asoció con Vicentin en 2007 para conformar Renova, un joint venture en el que las dos empresas tenían el 50% de las acciones.
La historia de Glencore
En su reporte anual de 2019, la compañía reporta haber obtenido ingresos brutos por 11.600 millones de dólares entre sus dos ramas: industrial y comercial. En efecto, la compañía divide su actividad en la rama industrial, explotando minas de carbón, cobre, cobalto, zinc, níquel, ferroaleaciones, minerales de hierro; y la comercial, dedicada a la compra y venta de materias primas de productos alimenticios.
"Somos uno de los principales líderes del mercado mundial de commodities físicas", destaca la compañía en su sitio web. El reporte añade que la actividad de la empresa en este sector se centra en extraer los productos de su "base global de proveedores" para luego "vendérselos a nuestros clientes alrededor del mundo".
De hecho, analistas económicos suelen decir que Glencore llega a controlar el 10% del mercado global de trigo y cerca del 25% del de girasol, cebada y colza.
Los números grandilocuentes no logran esconder la sombra que pesa sobre Marc Rich, el hombre que fundó la compañía en 1974, originalmente como una empresa comercializadora de metales de hierro y petróleo crudo.
En 1983, la Fiscalía de Nueva York acusó a Rich y a otros empresarios por una evasión fiscal de más de 50 millones de dólares. También fue acusado de mantener comercios con la República Islámica de Irán, prohibido por la ley estadounidense. Sin embargo, el empresario nunca llegó a ser condenado. Pudo evadir la Justicia mudándose a Suiza.
El nombre de Marc Rich también estuvo en el centro del escándalo a partir del 20 de enero de 2001, último día de Bill Clinton en la Casa Blanca. El CEO de Glencore fue una de las 140 personas indultadas por Clinton durante su último día de Gobierno y ya no tuvo que responder por sus delitos económicos. Finalmente, Rich se alejó de la conducción de la empresa en 1994.
Las irregularidades en torno a Glencore también aparecieron en los Panamá Papers y los Paradise Papers, que revelaron el uso de empresas offshore en paraísos fiscales para evadir impuestos. Uno de los casos más sonados fue el de Glencore Australia, investigada por la Australian Taxation Office (ATO) por evadir el pago de 2.500 millones de dólares.
La firma controla toda la cadena, con un proceso que abarca operaciones en Catamarca, Tucumán y Santa Fe y que incluye la extracción, el pasaje por una planta concentradora, un mineraloducto, el filtrado y su posterior traslado al Puerto General San Martín, en Santa Fe, desde donde parten entre uno y dos buques mensuales por el río Paraná hacia los mercados internacionales.
No es la única terminal portuaria administrada por Glencore. La otra, también ubicada en la provincia de Santa Fe, está dentro de la Planta Timbúes de Renova, la empresa de gestiona en sociedad con la argentina Vicentin para elaborar productos como aceite de soja, harina de soja, biodiesel o glicerina, entre otros.
Las acciones de Renova
La mala situación económica de Vicentin en los últimos años llevó a la empresa argentina a ofrecer a Glencore la venta de su participación en Renova. En diciembre, ambas firmas cerraron un acuerdo por el que Glencore aumentaba su participación de 50% a 66% de las acciones.
En abril, la agencia Reuters informó que Glencore había ofrecido a Vicentin pagar 325 millones de dólares por el 33% que aún seguía en manos de Vicentin, aunque el acuerdo no se cerró.
Ahora, fuentes cercanas a la empresa indicaron a la misma agencia que el anuncio del Gobierno argentino de intervenir Vicentin podría frustrar la venta.
También es cuestionado el préstamo que la firma recibió del estatal Banco Nación de Argentina por más de 18.500 millones de pesos argentinos (más de 260 millones de dólares) durante el Gobierno de Mauricio Macri, una operación muy cuestionada teniendo en cuenta que la empresa Vicentin estuvo entre los mayores aportantes de las campañas del macrismo.
Ahora, el Gobierno de Alberto Fernández deberá decidir qué postura toma con respecto a Glencore, con quien —al concretarse la estatización de Vicentin— podría llegar a tener que compartir la gestión de Renova, un paso que para el Gobierno argentino puede ser estratégico para defender la soberanía alimentaria en el país.