Su situación es similar a la de varios cientos de miles de trabajadores, para quienes el futuro asoma completamente negro, y en el que solo se avizora desempleo y más pobreza.
El artesano, quien habló con Sputnik desde su domicilio, donde tiene instalado también su pequeño taller, es uno de decenas de miles de pequeños empresarios que por la cuarentena han resultado impedidos de continuar su producción y, peor aún, de vender sus productos.
"Tengo bastante material almacenado que teníamos que enviar a otros departamentos en abril, pero en realidad estamos paralizados desde la tercera semana de marzo por falta de transporte para aprovisionarnos de materia prima", relató.
Todo de palabra
Benítez señaló que por esta situación tuvo que dar "vacación indefinida" a sus cuatro empleados, sin incluirse él mismo y su hijo.
¿Vacación pagada?, preguntó Sputnik.
"Eso está en veremos, porque no somos empresa formal, todo es de palabra y de buena voluntad. Hemos arreglado que les pagaremos en la medida de nuestras posibilidades, si algún día reabrimos el taller", dijo.
Consultado sobre si había accedido a la línea de créditos para salarios y reactivación empresarial lanzada por el Gobierno transitorio para paliar la crisis, Benítez dijo que dos bancos rechazaron su solicitud porque su empresa no está plenamente registrada ni paga tributos nacionales o locales.
Benítez añadió que enfrenta además el problema de pagar un préstamo bancario de unos 5.000 dólares, que obtuvo hace dos años a título personal, hipotecando su vivienda, para comprar equipos para su zapatería.
"Entre la deuda al banco y los salarios pendientes de los trabajadores, lo que tiene por delante el taller es un panorama negro", lamentó.
Problema masivo
A principios de esta semana, la Confederación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas (Conamype) denunció que unas 100.000 unidades productivas habían quebrado desde la declaración de la cuarentena a mediados de marzo.
El dirigente estimó que solo 30% de las aproximadamente 600.000 microempresas del país son formales y tributan al Estado, y que muy pocas podrían acceder al programa gubernamental de alivio financiero.
"La gran mayoría de las empresas pequeñas y microempresas no tiene documentos en orden, no pueden obtener créditos y al entrar en quiebra directamente cierran y sus empleados quedan en la calle, sin beneficios porque así es la realidad, no es culpa de los empresarios que también quedan en la miseria", señaló Conde.
El presidente de la Conamype indicó que las quiebras afectaban principalmente a empresas textiles, de maderas, cueros y metalmecánica, que en gran parte hacen negocios en pequeña escala y, en menor proporción, trabajan como brazos informales de industrias constituidas legalmente.
Según investigaciones locales, hasta 80% de los empleos en Bolivia son informales.
En un estudio publicado en 2018, el Fondo Monetario Internacional identificó a Bolivia, como la economía informal relativamente más grande del mundo.
Ese estudio señaló que la informalidad generaba 62,3% del Producto Interno Bruto del país.