Desde un inicio, todo tipo de teorías han pululado entre expertos, políticos y personas comunes.
Entre ellas, las conspirativas se han llevado la palma, desde los que aseguran que el SARS-CoV-2 podría haber sido creado por Estados Unidos como arma bacteriológica de la guerra comercial desatada por Washington contra China, hasta una de las más repetidas, la de que el virus nació en un laboratorio de Wuhan.
Pero la cosa se complica cuando dejan de ser historias virales de las redes para que el mismísimo presidente norteamericano, Donald Trump, las aliente. Como ocurrió esta semana.
China inculpada
"Cada vez más estamos escuchando la historia", dijo el mandatario a la prensa a la pregunta de un periodista sobre la teoría en la que, según la cadena Fox News, trabajan "múltiples fuentes" del Gobierno estadounidense para explicar la causa de la propagación del COVID-19.
Por su parte, el secretario de Estado, Mike Pompeo, a una pregunta de la misma cadena respondió lo obvio: "Sabemos que este virus se originó en Wuhan, China", y como explicación a las dudas, dijo que el Instituto de Virología de la región está a pocos kilómetros del mercado. "Realmente necesitamos que el Gobierno chino se abra, (...) y aclare" lo que sabe, dijo.
Pero China ya más de una vez ha tachado de infundada la versión sobre la fuga del coronavirus de laboratorio.
El portavoz de la Cancillería china, Zhao Lijian, precisó que no existe prueba científica alguna de que el coronavirus de nuevo tipo haya escapado de un laboratorio.
"En cuanto a la llamada fuga del virus y otras suposiciones, están exentas de todo fundamento científico", dijo el portavoz en una rueda de prensa e indicó que corresponde a los expertos estudiar la procedencia de ese virus y los canales de su transmisión.
También recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró en numerosas ocasiones que no existen pruebas de que el virus se haya desarrollado en un laboratorio y que muchos expertos renombrados comparten tal opinión.
A mediados de febrero un grupo de profesionales médicos de nueve países publicó una declaración que condenaba los rumores de que la nueva cepa de coronavirus detectada en China tenga origen artificial.
"Nos unimos para condenar enérgicamente las teorías conspirativas de que la COVID-19 no tenga orígenes naturales", dice el comunicado, publicado en la revista médica Lancet.
La nota señala que "científicos de numerosos países publicaron y analizaron los genomas del agente causal [de la enfermedad], el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2), y en su mayoría concluyeron que se trata de un coronavirus que tiene origen en la vida silvestre, igual que muchos otros patógenos emergentes".
Los perros callejeros en el banquillo
Otra polémica teoría de la que se hicieron eco muchos medios de comunicación fue la desarrollada en un estudio de la Universidad de Ottawa y publicada recientemente en Molecular Biology and Evolution, que sugiere que los perros callejeros son un posible huésped intermedio del SARS-CoV-2 para el paso del virus a los humanos.
Ciertamente, la información disponible hasta ahora sugiere que el virus tiene origen animal. Los datos de su secuencia genética muestran que el SARS-CoV-2 es un pariente cercano de otro CoV que se halló en poblaciones específicas de murciélagos del género Rhinolophus. Existe la posibilidad de que en la transmisión al humano se haya visto implicado un huésped intermediario, y el principal sospechoso era el pangolín.
Pero esta noticia ha sorprendido a numerosos expertos, a los que no les queda claro cómo el autor ha podido llegar a esa conclusión. El medio para profesionales Diario Veterinario publica las declaraciones al respecto de James Wood, jefe del Departamento de Medicina Veterinaria e investigador de infecciones y control de enfermedades de la Universidad de Cambridge. "No veo nada en este documento que respalde esta suposición y me preocupa que este documento haya sido publicado en esta revista. No creo que ningún dueño de perro deba preocuparse como resultado de este trabajo", señala.
Para Paul Digard, profesor de Virología del Roslin Institute de la Universidad de Edimburgo, la investigación "adopta un enfoque muy limitado para examinar la secuencia del SARS-CoV-2 en busca de pistas sobre su origen que no brindan un respaldo convincente para la hipótesis de que los perros fueron la fuente del virus".
Otros expertos coinciden en que la conclusión de que los gatos o los perros estuvieron involucrados como huésped intermedio para el SARS-CoV-2 es altamente especulativa y no debe presentarse como un hecho.
Y termina de manera contundente: "En ausencia de esos estudios, que no fueron hechos, lo que sabemos prueba exactamente lo contrario: los perros y los gatos se enferman con el coronavirus porque están infectados por humanos".
La Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA, por sus siglas en inglés) y otras instituciones han insistido en que los animales no representan un peligro de contagio, basándose en estudios recientes que concluyeron que el virus se replica muy mal en los caninos.
De momento "no existe evidencia de que los animales de compañía hayan transmitido la enfermedad", subraya la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE).
De cualquier modo, lo más urgente ahora es encontrar la manera de controlar la pandemia y no vale de nada buscar culpables. Mientras la ciencia no ofrezca pruebas sólidas de cómo se originó el nuevo coronavirus, todos tienen derecho a la 'presunción de inocencia'.