A diferencia de otros países, España no permite que sus menores de edad puedan salir a la calle bajo ninguna circunstancia. Con la salvedad de los niños y adolescentes con necesidades especiales y trastornos de salud mental ―que pueden hacerlo acompañados de un adulto― la restricción a la movilidad alcanza de lleno a este sector de la población. El resto, aguanta como puede esta situación.
El caldo sociológico
Las respuesta que de inmediato se aduce es que su presencia en las calles supondría un factor de riesgo para el resto de la ciudadanía, pues parece clara su capacidad de transmisión del virus SARS-CoV-2, el cual apenas les afecta y en la mayoría de las ocasiones de manera asintomática. Pero esquivar al virus encerrado en casa comporta otro tipo de riesgos. El influjo negativo del confinamiento se traduce en cambios a nivel emocional e incluso físico producto de la adaptación a la nueva realidad, para la que no todo el mundo dispone de los mismos medios.
El impacto psicológico
La decisión de abordar una fecha sobre la relajación del confinamiento de los niños también atañe a posturas políticas. "No se trata de referenciar ningún punto de vista político, sino las relaciones de poder dominantes", declara a Sputnik la psicóloga Ana Madrid, quien desde una posición posmoderna afirma que el hecho de ser o no ser una sociedad centrada en los adultos "tiene que ver con esas relaciones de poder, pero no solamente en las circunstancias actuales".
"En cualquier caso, el ambiente al que se han visto reducidos los niños, no es necesariamente un ambiente protector".
El actual bienestar de los más pequeños depende de las figuras protectoras que tengan alrededor, sostiene Ana Madrid, no sólo los padres o la escuela. "El Estado tiene que ser una, claro está. No existe un factor o figura de protección única. Toda la sociedad debería ser una figura protectora e implicarse", señala esta especialista en orientación psicológica a niños y familias, también experta en Medicina Psicosomática, que incide en la idea de que depende de muchas cosas que el confinamiento sea dañino o no. "Lo veo ahora en mis consultas online; hay personas que sufren mucho y otras no, más bien lo contrario. Por eso digo que no hay una teoría universal que pueda aplicarse en esta situación". ¿Y por qué?
"No hay antecedentes de esto, por lo que nuestro cerebro no tiene patrones establecidos para pasar por esta situación. Ni niños, ni adultos. Los cambios no son sólo a nivel emocional y no todos son visibles, algunos son muy sutiles. Nos daremos cuenta cuando pase algún tiempo. El estrés se manifestará después de pasar la situación estresante, lo sabemos".
La opinión de los pediatras
El Ministerio de Sanidad ha encargado a la Asociación Española de Pediatría (AEP) un informe con el fin de valorar la conveniencia de un progresivo desmontaje de las medidas de confinamiento. En la nota de prensa que presenta las conclusiones del documento, la AEP se ha pronunciado a favor de mantener el aislamiento hasta que la autoridad sanitaria ordene derogarlo:
"Cuando se determine por la autoridad sanitaria el fin del confinamiento obligatorio, la AEP propone priorizar un desescalamiento organizado del confinamiento de niños y adolescentes, manteniendo las salidas controladas y vigiladas por un adulto, el distanciamiento social, las medidas higiénicas y, cuando sea posible, el uso de mascarilla".
Daños y riesgos
Sin embargo, otros estudios avanzan los efectos negativos a los que está siendo sometida la población infantil durante el periodo de confinamiento obligatorio. Las conclusiones del Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico (Opik) revisten especial gravedad, pues atañen también a diversos factores de índole socioeconómica como desencadenantes de importantes perjuicios a los niños.
"¿Supone el confinamiento un mayor riesgo para la salud de los niños y niñas de familias en situación de vulnerabilidad?", es una pregunta a la que responde el informe con datos. Y la respuesta es un aplastante 'sí'.
Estos índices suben o bajan según sea el nivel educativo y de ingresos de los padres. Así, el porcentaje de los que no ingieren suficiente verdura se eleva hasta el 82% entre los niños cuyos padres sólo tienen estudios primarios o inferiores, así como hasta el 37% de los que pasan seis o más horas frente a una pantalla.
"El 90% de los y las profesionales considera que el confinamiento tiene efectos negativos en la salud de niños y niñas", es otra de las conclusiones del informe de Opik, cuyos investigadores pertenecen al campo de las ciencias sociales y de la salud. O como dice el sociólogo César Rendueles en sus declaraciones al diario El País, "no es lo mismo vivir en un piso interior de 40 metros cuadrados, caldo de cultivo de violencia y estrés, que en un chalet de 200 metros con jardín". En su opinión, en los decretos como el que dicta el confinamiento se vierte una especie de clasismo.