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"¿Saldremos de esta crisis con reforzamiento del neoliberalismo o con unos presupuestos socialistas?"

"¿Quién pagará la crisis?", se preguntan muchos en España. Dentro del gobierno hay quienes apuestan por proteger a las familias, a los trabajadores y a los más vulnerables. Otros piden cautela y no aumentar el gasto público en un momento de parálisis económica.
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Esas distintas posturas son, para algunos, una evidencia de las fracturas internas que hay dentro del gobierno de coalición, una criatura de apenas 11 semanas de gestación. Para otros, esa diversidad de visiones es síntoma de una buena democracia.

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Lo cierto es que ha estallado una bomba en la cara de todos: la emergencia sanitaria del coronavirus, una crisis que está poniendo a prueba la unidad y la eficiencia del gobierno. Cada medida a tomar y las consecuencias económicas que traería generan incertidumbre entre la población y los sectores empresariales. Desde el Fondo Monetario Internacional calculan que el crecimiento durante 2020 se situará en un 1%, en lugar del 4% previsto. 

Para desgranar estos temas, Juan Carlos Monedero, politólogo, profesor universitario de Ciencias Políticas y uno de los fundadores de Podemos, conversa con Sputnik.

—El Consejo de Ministros donde se decidió adoptar el estado de alarma duró siete horas. Algunos dicen que se debió a las diferencias internas dentro del gobierno de coalición. ¿Hay riesgos de que a esta emergencia sanitaria se le sume una crisis de gobernabilidad?

—No. Yo creo que las discrepancias dentro del gobierno han sido magnificadas desde los medios de la derecha.

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Han coincidido esas informaciones sobre esas supuestas enormes desavenencias con las ofertas del Partido Popular y de Ciudadanos de gobernar con el PSOE si rompe con Podemos. Hay una ofensiva por parte de la derecha política y económica para intentar repetir lo que ocurrió en 2008, es decir, que los costos de la crisis lo paguen las mayorías y los que más tienen no colaboren en la parte que les corresponde. Dentro del gobierno hay sectores con más posiciones de izquierda y sectores con posiciones más de derecha. Es normal que hayan discrepancias.

—¿Qué tan cierto es que Nadia Calviño, ministra de Asuntos Económicos y tercera vicepresidenta, amenazó con dimitir si el vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, no renunciaba?

—Eso forma parte de los bulos. Además, las deliberaciones de los Consejos de Ministros son secretas. No podemos repetir un bulo sobre lo que no hay nada que preguntar ni decir porque de lo contrario los bulos triunfan siempre. Es evidente que Nadia Calviño representa la ortodoxia europea, claro. Pero eso no es de ahora. Y que Pablo Iglesias es la izquierda del gobierno también lo sabemos todos antes de esto. Lo relevante es que PSOE y Podemos pactaron una ruta y esa ruta marca una serie de principios que los dos partidos están cumpliendo y van a cumplir. Si alguien me dice que en un gobierno no hay disidencias, ese gobierno no es democrático.

—Pablo Casado y Santiago Abascal han dicho que, mientras dure la crisis, ellos apoyarán decisiones del gobierno porque "una crisis de estado merece una posición de estado". Pero también dicen que apenas pase se buscarán responsabilidades penales por el mal manejo de la crisis. ¿Qué lectura hace de estas posturas?

—Primero, Pablo Casado ayer fue regañado por todos los barones territoriales del Partido Popular porque dice que va a apoyar y luego es mentira, luego hace declaraciones muy delirantes y nada solidarias con el gobierno de España. Por tanto, una vez más, el PP demuestra que no está en consonancia con España, sino con una parte de España, que es la que menos está ayudando a salir de la crisis. Lo relevante va a ser lo que aprueben en el Parlamento, no las declaraciones. Porque declaran una cosa y la contraria. No son muy creíbles.

—Muchos han criticado la gestión del Gobierno por no atajar a tiempo esta emergencia sanitaria, por permitir la marcha del 8-M, el congreso de Vox… ¿Cómo evalúa usted la gestión del Gobierno ante esta crisis?

—El problema es que todos los días varía el coronavirus. Lo que hay que evaluar es cómo se comporta el conjunto de los gobiernos europeos. Ahí vemos que no hay claridad. Se ha decidido escuchar a los expertos que, de alguna manera, orienten la decisión política.

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Pero los expertos no siempre están de acuerdo. Eso lleva que en diferentes países europeos se tomen diferentes medidas. Y genera que cada día tenga su reclamación. Si hace un mes alguien hubiera planteado en España que había que prohibir la Semana Santa, habría sido linchada en la plaza pública. Sin embargo, hoy, hasta la Iglesia católica entiende que no se puede celebrar la Semana Santa. Solo los descerebrados como [el presidente de Brasil] Bolsonaro y sus seguidores hacen locuras como las que hicieron este lunes. Pero hace un mes había dudas. Hoy sabemos que el 8-M habría sido mejor no haberlo celebrado, igual que sabemos que Vox no habría tenido que haber hecho su congreso de Vistalegre. Pero lo sabemos ahora. Ojalá lo hubiéramos tenido con la misma claridad hace un mes, pero no lo teníamos. También es verdad que ‘a posteriori’ todos somos más inteligentes.

—"Cuando pase esto" es una frase que ahora se escucha mucho. La gente empieza a prometerse planes para cuando se supere esta emergencia sanitaria. ¿En qué habrá que enfocarse cuando pase esto?

—Ahora mismo hay una pelea sobre si de la crisis se sale con un reforzamiento del modelo neoliberal o con un reforzamiento de unos presupuestos socialistas.

O la crisis la solventamos con mayores criterios de redistribución de la renta, disminución de las desigualdades y garantías de inclusión, o de la crisis salimos con la justificación de la pérdida de derechos laborales, con mayores cuotas de explotación y con una ruptura del contrato social. Esa discusión está ahora mismo en Europa, los escenarios distópicos están ahí.

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La posibilidad de que haya una salida autoritaria a la crisis es muy alta, es muy evidente y hay que luchar contra ella. De ahí mi alegría de que Unidas Podemos esté en el gobierno de España. Una crisis de estas características con un gobierno de derecha, nos daría un escenario de El cuento de la criada. Entonces, creo que hay que estar muy atentos porque están cambiando las coordenadas. Fíjate, lo que hace dos meses parecía imposible (una apertura de gobiernos europeos hacia China), hoy es una postura que varía, porque China ha encontrado que el mejor ‘embajador’ para la Ruta de la Seda es la colaboración. El hecho de que ahora mismo el gobierno chino esté colaborando hace que la ciudadanía se acerque a ellos en lugar de al gobierno estadounidense. El hecho de que EEUU se desentienda y que desde Lombardía se pida ayuda a China, Cuba y Venezuela es una señal de que puede cambiar la geopolítica en Europa.

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