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Escuelas de samba para niños: así cuida Río de Janeiro del futuro del Carnaval

RÍO DE JANEIRO (Sputnik) — Detrás de las escuelas de samba que protagonizan los desfiles de Carnaval en el Sambódromo de Río de Janeiro hay miles de personas que forman sus comunidades de base, y muchas de ellas se forman en las "escuelas mirins", las versiones infantiles de sus hermanas mayores.
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"Mi hijo podría estar suelto por la favela, en el narcotráfico, pero no, él ahora es cien por cien Portela; empezó en la escuela infantil con seis años, ahora tiene 16 y es él quien da clases de percusión", cuenta orgullosa a Sputnik Alexandra Mendonça, una de las madres que llevan a sus hijos a la escuela de samba.

Portela, situada en Madureira, un clásico barrio del suburbio al norte de Río, es una de las escuelas de samba más antiguas de la ciudad (fue fundada en 1923) y la que atesora más campeonatos de Carnaval (22).

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Desde principios de los años 2000 cuenta con su versión en miniatura, llamada "Filhos da Águia" (Hijos del Águila) porque el símbolo de Portela es una majestuosa águila blanca.

Todos los viernes por la tarde en los meses previos al Carnaval, decenas de niños acompañados por sus madres acuden a la sede de la escuela para aprender sobre el "enredo" (el tema que se año se tratará en el desfile del Sambódromo), y luego hay ensayo de danza y percusión.

Pero la actividad no se limita sólo al Carnaval, ya que la escuela de samba funciona todo el año, y en los meses lectivos los niños y adolescentes acuden allí a repasar las asignaturas de la escuela o a practicar en cursos de música, ballet o capoeira.

En Río de Janeiro hay una veintena de escuelas "mirins" asociadas a las escuelas principales, pero uno de los diferenciales de "Filhos da Águia" es su esfuerzo por incorporar a menores con necesidades especiales, como niños con movilidad reducida, síndrome de down o autismo; en el último Carnaval desfilaron con más de 120.

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Mario Henrique Fagundes es un joven autista de 18 años que entró en la escuela de samba a los 14, animado con la posibilidad de ser compositor de "samba enredo", el género musical carnavalesco que acompaña a los desfiles en el Sambódromo.

Su madre asegura que a través de la música y de la cultura del Carnaval enseguida encontró un espacio más acogedor incluso que el instituto especial donde estudia.

"No sé explicar mi sentimiento, es algo muy fuerte, aunque mi objetivo es ser compositor", dice Fagundes a Sputnik, mientras se prepara para tocar el tamborim junto a sus compañeros de la "batería", el grupo de percusión de la escuela.

El presidente de la escuela, Celsinho de Andrade, reconoce que dirigir la escuela requiere mucho trabajo y que falta mucho apoyo del poder público, especialmente desde que la alcaldía de Río está en manos de Marcelo Crivella, un pastor evangélico, pero aun así, confiesa que vale la pena.

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"Mira, cuando salgo de la avenida [el Sambódromo] el martes de Carnaval salgo flotando, porque ves primero las caritas de ansiedad de los niños antes de entrar y luego esa felicidad, esa alegría allí desfilando, eso no tiene precio", relata emocionado.

A pesar de que son escuelas menores, todas ellas desfilan en el mismo Sambódromo en el que lo hacen las escuelas principales, por lo que para los niños, la emoción es máxima.

Celsinho remarca que más allá de la ejecución técnica del desfile lo más importante es "que los niños entiendan lo que significa ser Portela", y es que él viene de una estirpe de sambistas de pedigrí.

Su abuela Zizina fue una de las fundadoras de la escuela, y en los años 30 se hizo famosa en el barrio de Oswaldo Cruz por las fiestas que organizaba en su casa en su cumpleaños, el 2 de noviembre (día de Finados), cuando el recato de la época exigía música sacra y discreción.

Su padre Avelino fue el cantante oficial de la escuela durante años y en su casa, todos tuvieron un papel u otro en la historia de Portela; ahora su misión es garantizar que las nuevas generaciones tomen el relevo.

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